De planes y nevadas

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 12 de enero de 2010

Helados estábamos ya con los diarios avatares de nuestros entornos lejanos y cercanos cuando ha venido el clima a dejarnos real y no figuradamente helados. La ciudad y el territorio convertidos en un inmenso granizado de nata o coco. Unos cuantos grados bajo cero y el solar alavés vuelto por arte de magia en una inmensa extensión de la pequeña e inaccesible pista de hielo capitalina. ¡Ni la sal agotada de las salinas marinas, ni el valle salado entero con todas sus eras han sido capaces de evitar la ensalada de… galletas que los hielos traicioneros han causado!

Aquí­ que tanto gustamos de poner y quitar placas, aunque sean de mármol, ha venido el frí­o y nos ha dejado mudos y al territorio asfaltado con más placas que la fachada de un bloque de oficinas plagado de dentistas, abogados y notarios. Encima va y luce el sol para que veamos mejor la magnitud del incidente y la extensión de la debacle.

Decí­a antes que el frí­o nos ha dejado mudos, pero no es del todo cierto. Nos sigue quedando un hilo de voz cayendo por los bordes del carámbano, goteando por el inmenso chupete que cuelga de nuestro alero. El hilo que necesitamos para dedicarnos a nuestro deporte favorito y seña de identidad: protestar. Y tal es así­ que cuando el hielo aún no nos ha abandonado ya empezamos a cuestionar su gestión no entiendo por qué.

Si atendemos a su nombre el plan de nevadas ha funcionado perfectamente. Dijeron que iba a nevar y ha nevado. Dijeron que de aquellas nieves vendrí­an estos hielos y han venido. La realidad meteorológica ha respondido pues con precisión en acontecimientos, tiempos y magnitudes a lo planificado. El Plan de Nevadas ha respondido a su nombre y somos muchos los que queremos conocer su contenido para los próximos meses, sobre todo los esquiadores y quienes digna y honradamente viven de ellos. ¡Ni Nostradamus lo hubiese clavado tanto!

¿Dónde está entonces el fallo? ¿Dónde el dislate? Pues muy sencillo, en el nombre. Ha quedado claro que tenemos un plan de nevadas pero carecemos según parece de otro complementario que nos indique lo que ha de hacerse cuando el primero se cumple. Sabemos cuándo y contra qué tenemos que luchar pero no  nos queda muy claro cómo ni con qué. Nos falta el documento maestro, el libro de libros en cuya portada figure con letras doradas el tí­tulo ejemplar: Plan de Actuación Ante Nevadas. Con lo eficaces que somos planificando nevadas no creo que tengamos mucho problema en planificar también nuestros pasos sobre el hielo.

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