Etica de la participación

Hoy es 23, y por si acaso alguien no ha caido ayer fue el sorteo de la envidia. (No me extenderé al respecto porque ya lo hice en su dí­a, ver “el sorteo de la envidia“). Por eso es que el que piense que leerá aquí­ sobre la filosofí­a del referendum, la teorí­a de la consulta o hasta la pertinencia de la pregunta se eqeuivoca. Hablamos de participación pero de participaciones de loterí­a. Lo hacemos además desde un postulado ético y proponemos un modelo, constructo sistema o reglamento de uso interno para la aplicación a este juego. Un juego de por si reaccionario y que también decí­a en su dí­a que habrí­a que prohibir desde la izquierda (ver “Una propuesta de izquierdas, que prohiban la loterí­a“).

Pero volvamos a lo que í­bamos y no nos extendamos más.

La loterí­a de Navidad puede jugarse de varias formas.

El décimo exclusivo. Frentista que podrí­amos decir. Aquel que uno compra más contra otros que por uno mismo. Aquel que no comparte y a veces ni departe. Aquel que uno piensa en vender para sacar aún más beneficios no fiscalizables y colaborar a que otros limpien los suyos.

El décimo inclusivo. Transversal que dirí­amos también. Aquel que uno comparte, negocia o intercambia. Con más o menos turbios intereses. Con más o menos sanas intenciones. Décimo familiar en ocasiones y en otras ligado a la amistad o la compañí­a (según el número de firmas que se incluyan se fija más claramente el grado de amistad y mútua confianza)

La participación comercial. El engaña todos. Si no puedes comprarme un décimo cómprame al menos una parte. Bares, empresas y otras actividades empresariales lo hacen con el loable objetivo de que todos podamos ser partí­cipes de su suerte. Por eso o por otra cosa, pero lo hacen. Uno paga y todo lo que paga es lo que juega, o juega todo lo que paga, que es lo mismo pero dicho al revés.

La participación solidaria. El lava conciencias. Uno juega como todo el mundo pero lava su conciencia aduciendo que con ello beneficia a ONGs, asociaciones, equipos de futbol aficionados o cualesquiera otra buena causa y mejor motivo. Par reforzar ese lavado de conciencia generalmente uno paga un donativo y juega el resto, es decir, se juega menos de lo que se paga.

La participación simbólica. El marketing del riesgo. Esta no la compra uno, se la regalan. En la carnicerí­a o en el bar, con o sin calendario incluido, y suma cifras del tipo de los 12 céntimos o similares. Generalmente son las que más tocan, no se sabe muy bien por qué, de entre todas las modalidades que cada uno nos jugamos.

Dibujado este marco general vamos ahora a plantear los supuestos éticos con respecto al cobro de posibles premios en función de las distintas modalidades.

Reintegro.

La costumbre con los décimos es reinvertirlos, sean frentistas o trasversales, pero especialmente en estos últimos para así­ evitar disputas. No está mal la costumbre salvo que la inversión inicial fuese una locura por su cantidad u oportunidad. En ese caso lo prudente es aprovechar la ocasión que nos brinda el azar y reconducir a criterios prudentes la apuesta. Repartiremos el excedente (aunque sea con uno mismo) y jugaremos lo restante.

Las participaciones comerciales podemos cobrarlas o no, todo depende de la rentabilidad del cobro, es decir, de si el gasto en combustible, autopistas o trasporte público justifica o no el cobro. Respecto a las simbólicas, si incluyen obsequio, sea llavero o calendrio no parece prudente el cobro, pues perdemos el regalo. En caso de papel puede servir para ajustar un acuenta o evitar un cambio, en caso contrario mejor abstenerse.

En el caso de las solidarias el postulado ético es claro… nunca cobres el reintegro. Ese importe es parte del beneficio que busca el emisor y debes darlo por perdido al desembolsarlo, toque o no.

Premios menores.

En el caso de los décimos lo suyo es jugar lo echado y repartir el resto, salvo en la circunstancia ya señalada de juego temerario, en la que se tercia hacer lo recomendado.

En el caso de las participaciones cabe también seguir el modelo. La comercial la cobraremos, la simbólica dependiendo de su importe y en la solidaria actuaremos de la siguieten manera: cobraremos el premio y donaremos el reintegro. El criterio es nunca cobres lo jugado.

Grandes premios. Cobrar siempre y dejar de jugar en caso de décimos. La suerte no acostumbra a repetirse y aún en ese caso la ética manda buscar la forma de que pueda repartirse. Si ya te ha tocado haz un sitio en la cola y deja pasar al resto. En el caso de las participaciones comerciales hab´ra que estudiar el importe, pero si el premio no parece suficiente habrá que seguir gastando, digo jugando. En el de las simbólicas, lo suyo es gastar parte del beneficio en el negocio donante, que en el fondo también se paga detalle con detalle. En el de las solidarias, la cosa está clara, se solidario como lo fuiste al comprarla. Se generoso como lo hiciste con los céntimos que donaste y no te lo quedes todo, ellos te han hecho rico y bien se merecen un pico.

Yo ya hemirado mis reservas y no tengo reintegros, si apenas dos participaciones solidarias con centena. Cobraremos por tanto según el sistema anunciado, y al modo de la ruleta diremos aquello de… Postura empleados…

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