Ruedas de molino

Suele causarme malestar el desprecio por la lógica, la razón y hasta el fundamento con que se prodigan ciertas intervenciones públicas. Pensaba yo que este pisoteo de la inteligencia, de la propia y de la del auditorio, era patrimonio exclusivo de deportistas y polí­ticos (los del corazón dan por sentada la ausencia de inteligencia como elemento de partida). Pero hoy he leido un titular que me ha trastocado el modelo. Ahora resulta que los periodistas, a los que se supone conocimiento y dominio del lenguaje y a los que se tiene por hombres de letras leidos e instruidos, son también capaces de las mayores tropelí­as contra el intelecto. Puede que tenga algo que ver con que te den un cargo. Puede que el cargo venga con un collar de ruedas de molino, puede que uno de andar en tanto despacho sin hacer preguntas pierda la costumbre de interrogarse a si mismo.

Pero hacer unas declaraciones afirmando que la emisión del mensaje real (el del borbón, no el de los de oriente que bastante tajo tienen por sus tierras) es una muestra de pluralidad demuestran que la garganta crece más rápido que la inteligencia.

Supongamos un entorno audiovisual en el que con TDT o sin él, existen varias cadenas hasta seis si se me apura de las que llamaremos generalistas. Esas que vemos según el programa que más nos guste. Esas que ponen todas los informativos a las mismas horas, y el futbol los que pueden y las teletiendas y demás por las noches. Supongamos que un dí­a a una determinada hora todas las cadenas menos una emití­an el mismo mensaje del mismo borobón. Todos los años diferente (?) y todos los años igual. Ya sabemos todos aquello de me llena de orgullo y satisfacción… Supongamos que por misteriorsas razones esa cadena que en solitario mantení­a la pluralidad, o sea que haya al menos dos opciones, abandona esta cruzada pluralista y se suma a la uniformidad o unicidad en el mensaje. ¿Dónde coño está la defensa de la pluralidad? (perdón por el exabrupto, pero es que si esta es la mejor razón que se les ocurre siento decir que poco más hay confesable) Ahora la pluralidad es más sencilla. Y sólo cabe hacer caso creo que era a Groucho Marx. Apagar la tele y leer un libro. Yo por mi parte apagaré la tele. Para que nos vamos a engañar. El mensaje en cuestión cada vez interesa a menos gente. Gracias a Dios quedan lejos los tiempos en que el mensaje primero del caudillo y luego del monarca habí­a que leerlo transcribirlo y estudiarlo escrutando como buenos demiurgos los mensajes ocultos en el mismo.

Hoy quedan menos misterios. Está claro lo que quieren y es evidente como lo hacen. La única cuestión es el porcentaje de inteligencia que nos queda al resto. Eso, y que cada vez es más bonito ver cómo los niños creen aún en el olentzero y en los reyes magos. Aunque bien pensado igual es porque les traen regalos, no como estos…

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