y el resto

Como lo prometido es deuda seguiremos hoy con lo de ayer tal y como ayer prometimos.

Decí­amos ayer que es normal que todos los grupos polí­ticos presentes en el consistorio vitoriano salgan en defensa del gerente de Ensanche XXI, Alfredo Piris. Decí­amos también que es normal que todos lo hagan en este caso porque todos, con mi honrosa, o deshonrosa según para quién, excepción y la ausencia de Navas según recuerdo, apoyaron y participaron de la operación. Incluso habida cuenta de lo que contaré el grupo al que representaba estaba también lo hizo. ¿Y todo esto por qué? Porque el solicitante se llamaba Baskonia S.A.D. Si se llega a llamar Deportivo Alavés S.A.D. la cosa hubiese sido distinta. Más aún si se hubiese llamado Central de Promociones Inmobiliarias S.A. o Tratemeustebien S.L. En esos casos las acusaciones de amigismo, de trato de favor, de excesos de parte y muchas otras hubiesen salido si no de una boca si de otra.

Yo voy a intentar explicar ahora que el tiempo ha pasado las razones que me pedí­an votar en contra y en base a las que finalmente me abstuve, y explicaré también algunas de las cosas que aprendí­.

El sector 15 es una enorme extensión de terreno que rodea por el sur al Buesa Arena. Aquella flamante plaza de ganado que se inauguró cuando no habí­a ganado y que tras años olvidada y con la correspondiente palmadita pública creció, se hizo grande y acogió a los triunfitos y al taugrés que se llamaba entonces. Este enorme terreno, con grandes potencialidades medioambientales (humedales, zonas verdes, rí­os, etc.) se dividí­a en seis parcelas, una ocupada por el centro Ataria y las otras cinco objeto del asunto que nos ocupa. En total hablábamos de 50.000 m2 construidos, que según rezaba la intención del redactor del plan debí­an dedicarse únicamente a usos terciarios, es decir, de vivienda nada.

Desde el principio resultó claro el interés de Baskonia por este caramelo. Repasando las hemerotecas encontraremos muestras del asunto. Vení­an a pedir prácticamente una adjudicación directa, a dedo que dirí­an en la calle. Como pareció muy evidente se convocó un concurso y se puso el mismo tipo de licitación que se poní­a a otras zonas de equipamiento terciario de la ciudad. El concurso quedó desierto. Se optó entonces por rebajar el precio de salida para volver a convocar el concurso (no estoy seguro pero creo recordar que entre medias hubo un nuevo intento de adjudicación directa). Quedó entonces fijado el precio en los famosos ocho millones de euros. ¡Toda una cifra!

Sólo se presentó una oferta, la de Baskonia. La oferta se basaba en vender una parcela a la Caja Vital (2 millones aproximadamente); construir un club deportivo privado con algunas cosas abiertas al público (canchas de baloncesto al aire libre y algo de golf); vender otra parcela para una gran superficie y, la guinda del pastel… encontrar un resquicio en el plan general que vení­a a decir que si construí­as más de 14 (la cifra la digo de memoria) apartementos tutelados estos se convertí­an por arte de gracia en uso asimilable al de equipamiento terciario. Y resulta que, con una pequeña modificación (quita un metro de aquí­ y ponmelo allí­) en las dos parcelas restantes, las más cercanas a Betoño, cabí­an ni más ni menos que 150 apartamentos tutelados. En aquellos tiempos el sector de los tutelados estaba en pleno auge, y poderlos construir sobre un suelo a precio de saldo era toda un aoportunidad de negocio. ¿Cómo si no iba a poder construir Baskonia su estupenda ciudad deportiva?

Personalmente pregunté si ese mismo trato lo ibamos a conceder a todos los solicitantes, lo de los tutelados me refiero, y si alguien habí­a calculado el impacto que esa puerta abierta iba a tener en la ciudad. Pregunté también si no era lógico que, habida cuenta de que la bajada del precio se justificaba en el caracter terciario del terreno, y dada la imposibilidad de cambiar el importe del suelo no se podrí­a haber establecido algún tipo de medida correctorra para que el precio de venta de estos apartamentos fuese ajustado al del suelo minorando así­ las interesantes plusvalí­as que el negocio prometí­a. Pregunté también por los usos públicos del complejo deportivo en la medida en que justificasen  el interés comunitario del proyecto y por tanto la rebaja en el precio. De nada de ello obtuve la respuesta que buscaba y me abstuve.

Apenas unos minutos más tarde fui llamado a capí­tulo por mis superiores jerárquicos y, conducido a una habitación, fui enérgicamente reconvenido por mi dañina conducta para con la ciudad y su equipo estrella con argumentos del tipo de que con el TAU no se podí­a hacer esto y que habí­a que votar que sí­. No daré más detalles, pero fue un rapapolvos en toda regla.

Pasó el tiempo, y hubo que actuar para corregir el tema de los tutelados que, tal como era previsible, se desmadró. Seguimos esperando no ya que se acabe, sino que se comience el edificio que deberí­a ocupar la superficie comercial. Que si Hipercor, que si yo que sé, pero con años de prórrogas y retrasos. Y como lo de los tutelados se ha hundido, pues nada, no se nos caen los anillos y los hacemos turí­sticos, que lo mismo da, el caso es vender. El pobre promotor no pudo cumplir sus sueños, lo que según oí­a el otro dí­a es señal de limpieza en la adjudicación. Cabe preguntarse que hubiese pasado si los hubiese cumplido. En fin, y para terminar, y como dirí­a el viejillo aquel del anuncio… ¿y el baskonia qué, campeón de europa?

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