Abducidos

Ayer tocó la habitual visita al supermercado del mueble y la innovación. La tienda sueca esa que se llama igual que un buen restaurante vitoriano, y que consigue recuperar para nosotros el placer del bricolage de resultado seguro, y para nuestras familias la posibilidad de contar con un mobiliario aparente a buen precio. Curioso lo del Ikea. Es como los huevos kinder. Ella se come el chocolate, tu montas el juguete y el niño espera pacientemente para jugar luego y destrozarlo. Pero volviendo al tema que nos ocupa, lo que me preocupa es la debilidad que tenemos los humanos para ser abducidos por nuestros entornos y más concretamente por nuestros entornos organizados, sean organizaciones, asociaciones o empresas.

Vimos unos cartelitos anunciando tapas suecas (de las de comer, no de cajas ni nada de eso). Serí­an las doce pasadas cuando preguntamos a la amable camarera por las tapas al noverlas sobre el mostrador del self service. curiosamente la tí­a no se hizo la sueca y muy amablemente nos indicó que sólo estaban disponibles a partir de… y cuando nosotros esperábamos algo así­ como la una del mediodí­a, nos indica tranquilamente que la hora de arranque del tapeo eran… ¡las cinco de la tarde! No hombre no. A esa hora lo que se toma es el té. Aquí­ las tapas se llaman pintxos, como dice cierto anuncio, y se toman antes de comer o antes de cenar, nunca a las cinco de la tarde (salvo que el vermú se alargue, pero aún en ese caso para esas horas uno se ha pasado al famoso café torero).

Pero insitiré en que la cuestión no son las tapas, sino la rapidez con la que la empleada, criada en estos lares, muta su visión del mundo cercano al enfundarse la camiseta amarilla. Lo mismo que les ocurre a todos aquellos que comulgan con ruedas de molinos. En partidos polí­ticos, en cuerpos técnicos de equipos deportivos, en confesiones religiosas y hasta en partidas de mus. Vienen las fuerzas del entorno y nos abducen, y predicamos con gran fe el decálogo que nos impone. Y no cuestionamos se si ajusta ni tan siquiera se acerca a lo que vivimos, sentimos y pensamos…

Eso sí­, luego nos quejamos.

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