Santiago

Hoy se cumplen 25 años de un crimen. un crimen de esos a los que es aplicable la famosa frase de… es peor que un crimen, es un error. Me refiero, claro está, al asesinato de Santiago Brouard.

El parlamento ha emitido una poética nota de recuerod y homenaje. Tan poética como emotiva, pero con un punto cí­nico, porque otro calificativo no tiene que un parlamento como el actual hable del atentado a Santiago como un atentado que por ser contra un parlmentario vasco «adquiere si cabe mayor gravedad en tanto que supone atentar directamente contra la voluntad ciudadana y, por lo tanto, contra la pluralidad de la sociedad vasca». Parecen olvidar que en un parlamento como el actual Santiago Brouard no podrí­a estar sentado salvo que, cosas que tiene la vida, hubiese colgado su bata y cambiado su chaqueta. Un parlamento cuya extraña composición y lejaní­a con la estructura social del colectivo al que representa es fruto de la ceguera de unos y el exceso de visión de otros. Un parlamento que, en todo caso y por las razones que sea, no refleja en absoluto la pluralidad de la sociedad vasca de la que habla el escrito.

Un parlamento en el que gracias a la Avolución del MLNV (lo de izquierdas lo discutiré siempre, y lo de abertzales, visto su afán deconstructivo del paí­s es también discutible) una parte significativa del paí­s, esa parte a la que pertenecí­a Santiago no tiene oficio ni beneficio, escaño ni taburete. Ellos también debieran reflexionar de una vez y preguntarse a dónde nos lleva todo esto. A ellos es evidente, y al resto, cada dí­a que pasa, también.

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