Evasión o Vitoria

Publicado en Diario de noticias de ílava el 10 de noviembre de 2009 

Somos los humanos un poco inconsistentes, incoherentes incluso. Buscamos siempre formas de evadirnos que en clave local pasaban normalmente por la Rioja. Ahora con esto de la globalización hemos ampliado horizontes y lo mismo pasamos por Escocia que hacemos de granjeros en Jamaica y de paso visitamos Cuba, Colombia o la República. Toda una vuelta al mundo embotellada o enfardada, que lo mismo da. El caso es evadirse pero poco. Porque la inconsistencia está en que luego de verdad de la buena nos queremos quedar. Es como si a todos nos gustase dormir en prisión pero salir de dí­a. Vamos, que al cementerio nadie quiere ir.

El caso es que con esto de las tendencias etí­lico evasivas de gran parte de la población gasteiztarra entre otras, y con la crisis galopante que nos impide llenar los bolsillos a la misma velocidad que los vaciamos se me ha ocurrido una propuesta totalmente demagógica. Como toda demagogia, tan quimérica e inútil como compartible y aplaudible.

Echando un poco las cuentas por encima, entre renovaciones de coches, colchones, muebles, calderas, ventanas, electrodomésticos varios y hasta públicos alumbrados se nos va a gastar el gobierno casi catorce kilos de euros. Si sumamos a la parte que como alaveses nos tocarí­a del pastel los cuatrocientos de la renta, algo del AES, un poco de Renta Básica y del bebé laguntza, y ya puestos dejamos la monomodal no soterrada para más tarde y hasta nos vamos con la música a otra parte que el auditorio tampoco corre prisa, y restamos a los niños, que por algo son menores, tengo la impresión de que saldrí­a financiación suficiente para mi propuesta.

El plan E-V-asión. E de Euskal herria, claro está, V de Vitoria y asión como seseada versión de acción y final de pasión. Un plan que propone dar un cheque, la paga que decí­amos cuando éramos pequeños, a condición de que el interesado se lo gaste en vino de Rioja, pacharán, tortilla de patata alavesa, txakoli de Aiara, cerveza con malteados de cebadas alavesas o cualquiera de tan sabrosos productos alaveses que nuestros hosteleros servirí­an sin duda con agrado. Porque claro está, se trata de consumir el cheque en bares. Reactivamos el sector, la socialización y devolvemos a la calle su valor. Los repartidores curran, arreglamos lo del agro y además, como no estamos en casa y cuando llegamos tampoco estamos para fiestas, ¡que más da el colchón, la ventana o la nevera! Bueno, y del coche ni hablamos, que para eso está el tranví­a y los gautxoris de Tuvisa.

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