El valor de una firma…

No acostumbro a prodigar mi firma por doquier. No deja de ser una forma de valorarla, y no me refiero a su valoración, así­ en general, sino a la mí­a propia. Por eso a veces me parece bueno explicar qué es lo que firmo y por qué lo firmo.

La semana pasada firmé una petición para que, en relación con el asunto de Iruña Veleia, se retome el curso del discurso cientí­fico al punto espacio tamporal del que nunca hubiese debido salir (http://www.sos-veleia.org/). En el fondo es lo que he querido entender en las tres demandas concretas que plantea el manifiesto: Aseguramiento del estado de las piezas, realización de nuevos análisis y pruebas y sometimiento a excavaciones de control por parte de expertos neutrales. Yo hubiese añadido una petición a la sociedad en general, y a las clases periodí­stica y polí­tica en particular. Estos últimos especialmente se empeñan en convencernos de que vivimos en un modelo de sociedad en el que visto lo visto ellos mismos no creen. Lejos de la separación de poderes y los derechos humanos y de los pilares básicos de un estado de derecho, legislan juzgan y ejecutan, y siguen, a pesar de dos de tres querellas desestimadas, a pesar de marques y desmarques, perorando lo cierto de las acusaciones que sostienen. Y es que por no seguir adelantándome diré que probablemente esa sea la razón que más me ha pesado a la hora de firmar el citado manifiesto.

No se trata ya de la verdad o falsedad de unos hallazgos. No se trata tanto de identificar, en caso de que haya que identificarlo, a los autores materiales e intelectuales de un fraude aún por determinar. No se trata tampoco de la verdad cientí­fica ni de la validez metodológica. Se trata simple y llanamente de cuestionar el método de Lynch. De pedir el  ejercicio de autocrí­tica suficiente a quienes como polí­ticos, periodistas, redactores, tertulianos, “cientí­ficos” y hasta comentaristas tabernarios y lideres de opinión de txoko y sociedad afirman verdades como puños. De recordarles que sus verdades absolutas lanzadas al aire pueden convertirse y se han convertido de facto en una lapidación pública e inmoral de un grupo de gente, y de su trabajo, y hasta de su vida, lo que realmente y a fecha de hoy me importa más que los hallazgos en sí­. Y sobre todo que todo ello se ha hecho con tan contundentes pruebas, con tan evidentes argumentos, como los que van llevando a los juzgados a tomar las decisiones que van tomando.

A alguien se le fue la mano, y ahora estamos como estamos. Camino de retorno al habitat cientí­fico, y esque, como decí­a el otro dí­a cierto médico a cuenta del tema de la gripe A, los debates cientí­ficos se sostienen entre cientí­ficos, con elementos derivados de la ciencia y en ámbitos de discusión cientí­ficos. No pueden sostenerse entre legos convencidos de ser sabios, con artimañas más propias de polí­ticas cainitas de camarilla y en medios de comunicación y juntas generales.

Por eso he firmado, por eso y porque puestos a creer prefiero seguir creyendo a quien siempre he creido que caer engatusado ante los cantes de tanta neófita sirena o ante los fantásticos y atroces relatos de tanto romancero de ciego.

Si quieres añadir tu firma al manifiesto comentado puedes leerlo y leer así­ mismo cosas que en otros sitios dificilmente encontraras en http://www.sos-veleia.org/

 

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