Radio Vitoria

Hoy cumple 75 años Radio Vitoria, lo que para mi es un doble motivo de alegrí­a y hasta de emoción. Soy un radio adicto, uno de esos que, en condiciones normales puede venir a consumir una media de ocho o nueve horas diaras de radio. Uno de aquellos que recuerda las mañanas de infantiles vacaciones en casa, con las ventanas abiertas mientras se ventilaban las habitaciones al fresquillo veraniego, rellenando los cuadernos rubio que me compraban en casa o haciendo cualquier otro tipo de tareillas mientras mi madre y mi abuela “hací­an” la casa y la comida. Y de fondo, siempre el sonido de la radio, de radio vitoria, la radio, nuestra radio.

Una aventura que nació republicana, creció franquista, maduró en cadena y resurgió vasca y alavesa para vivir hoy en dí­a su propia catarsis dentro de la reescritura del grupo eitb. Un prodigio de la mecánica y la electricidad que avanzó hacia la electrónica y acabó empezando en la pení­nsula la era digital. Unos micrófonos a cuyo abrigo crecieron y se hicieron profesionales. Unas ondas a cuyo son hemos madurado muchas generaciones de vitorianos y alaveses. Es más, pregunta a un alavés de hoy en dí­a por sus recuerdos de radio vitoria y en seguida sabrás que edad tiene como vitoriano. Los de toda la vida porque toda la vida la han oido. Los más recientes porque a través de ella nos conocieron y terminaron por reconocerse ellos mismos como vitorianos.

Yo creo recordar que cuando empecé a oirla era parte de la SER. eaj 62 radio vitoria, allí­, en la calle Olaguibel, con ese look tan cincuentero en sus letras. Me vienen a la memoria combinaciones de sonidos propios y extraños, cercanos y lejanos. La saga de los porretas y otros progrmaas mí­ticos de la radiodifusión de primeros de los setenta. Los partidos del alavés, pero sobre todo aquellos anuncios que a falta de grabación el propio locutor leí­a de corrido… moradillo, mantas moradillo; carrión la primera por tradición; castaño y siempre castaño; y después del café glu glu glu, ponche soto.

Vinieron los ochenta, y la 96 fm, y el amigo willian con quien compartí­ tan buenos ratos como oyente que como amigo, el mismo Iván Alonso, super iván Alonso, una joya de las noches radiofónicas (y de las otras también, para que nos vamos a engañar) que cualquier ciudad se hartarí­a de homenajear, y siguieron los noventa, y los nuevos programas, y llegaron los dosmiles y cambió el gobierno y cambió el programa, y todos contuvimos la respiración expresando un deseo í­ntimo, que radio vitoria sobreviva a estos avatares como a otros más complicados sobrevivió sin perder su esencia.

Reyes, Cosme y Antonio nos vigilan… no les podemos fallar.

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