1485, uno más…

Arranco el dí­a con una apretada agenda. He quedado para comer con un buen amigo, pero antes debo solucionar varios asuntos en frentes diversos. Quiero renovar mi movil, que para eso me han enviado una propaganda muy sugerente, y que han acompañado desde mi genial compañí­a con una baterí­a de llamadas, sms, mensajes y demás parafernalias. Tengo que entregar a otra amiga el regalo prometido y celosamente guardado con el que he viajado hasta Vitoria. Tengo además que cerrar de una vez sin plazo pero con fianza (el espacio no es error tipográfico pero si en cierto modo un lapsus freudiano, por lo de la poca confianza que merecemos para aquellos con los que gastamos), la cuestión de los libros de texto de mi hijo, que, como ya es bachiller, y se ve que la educación superior es capricho, lujo u ostentanción no tiene subvención ni recambio. Tengo que decidir si mañana me voy o no de excursión. Tengo que enterarme si empiezo o no mis clases de francés. Tengo que mirar mis tiendas favoritas y ver si pico en algo. Tengo que ingresar la humilde y honesta recaudación del negocio familiar. Tengo en definitiva que hacer muchas cosas y en poco tiempo.

Pero hete aquí­ que desde una hora temprana y hasta un poco antes de arrancarme con este teclado ocasional, vengo recibiendo no menos de 4 llamadas que según indica el display de mi móvil proceden del mismo número… el 1485. Finalmente, y mientras entre tanto ajetreo dedico unos instantes a hacer eso que eufemí­sticamente decimos que es una de esas cosas que los humanos hacemos generalmente sólos y gracias al progreso habitualmente sentados, vuelve a sonar el 1485 de los coj….

Como no tengo escapatoria y en previsión de nuevas interrupciones presumiblemente tanto o más inoportunas, opto por descolgar, perdón, por apretar la tecla de descolgar (que ya ni eso hacemos con los teléfonos, que antes los descolgábamos y ahora vivimos colgados de ellos) y… ta chan… la voz de ultramar (no es racismo, ni xenofobia ni nada más que realidad) me indica que me llama de movistar. Ya me lo suponí­a yo. Que empezando por 14 de la Agencia tributaria no iba a ser. Lo siento mucho o quizás no, no lo sienta nada. Pero no he podido más.

Le he indicado a la señorita que… No soy cliente de movistar. No he solicitado ninguna información de movistar. No he cogido anteriores llamadas pese a estar en zona de cobertura. No he pedido a nadie que me invada en momentos tan í­ntimos. No tengo ganas de hablar. Es la tercera o cuarta vez que me llaman en el mismo dí­a. Y finalmente que, en caso de volver a recibir una llamada del mismo número, ejercitaré las acciones que considere oportunas.

Habré sido objeto de chanzas y burlas en la sala donde los cien mil hijos del sanluis del telemarketing se dedican por un sueldo de mierda a molestar a los ya de por si sufridos y molestos consumidores. Puede incluso que mi número de movil circule de post it en post it para echarse unas risas cuando las teleoperadoras de ultramar se aburran del cliente fácil y quieran emociones fuertes. Puede incluso que haya hecho ganar unos eurillos a la interfecta que me ha molestado en la porra que tendrán de contestaciones abruptas, soeces, ingeniosas o simplemente malhumoradas.

Pero lo que tengo claro es que todo esto no pasa de ser un abuso de mierda. Mi compañí­a, vodafone, me enví­a por correo ordinario una comunicación que cuando voy a la tienda resulta no ser cierta. Ahora tengo que llamar al 123 (cuentelo otra vez) a pelearme con varios robots para acabar finalmente llegando a un punto en el que otro robot me informará que todos los humanos están ocupados. ¿Ocupados en qué? En tocar los coj… a los clientes de orange, movistar o euskaltel, y a los suyos, a los de vodafone, que nos j… Lo mismo ocurrirá con los clientes de movistar que llaman para solucionar sus problemas y no les atiende nadie porque su compañí­a, igual que la mia paga a sus recursos humanos para molestar a los demás en vez de atender a los propios, ha dicho a la persona que deberí­a de atender sus reclamaciones, resolver sus incertidumbres o solucionar sus eventualidades que dedique toda la mañana a estar ocupadí­sima tocándo los coj… a un cliente de vodafone.

Llegará el dí­a en que espabilaremos, o puede que no. Mientras tanto seguiremos sufriendo de forma indiscriminada el curioso criterio impuesto por los reyes de la consultorí­a, la mentira, el verbo fácil y el ágil power point combinado con sus erreemes, su b2b, su b2c, su 3.0, sus cerreemes, su sum sum corda y la madre que los parió. Al acabar el ejercicio mostrarán orgullosos frente a sus accionistas sus í­ndices de penetración, sus aumentos en cuotas de mercado y sus incrementeos en dividendos y beneficios. Mientras esto hacen, en las butacas, los móviles bufarán dando paso a llamadas que les invitan a cambiarse de compañí­a, pero es igual, el progreso es lo que tiene…

 

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