Ale hop

Publicado en Dairio de Noticias de ílava el 15 de septiembre de 2009 

Como conejos asomando de la chistera volvemos los plumillas de nuestro asueto veraniego dispuestos a reconquistar nuestro espacio de papel. Allá van nuestras columnas derechas a se empezar y divertir. Allá las columnas mejores, allá las otras medianas y más chicas, y llegadas no todas son iguales, ni las que nos provocan los ediles y jerarcas ni las que nos dicta el diario acontecer.

Han sido meses de acumular historias que terminan como por arte de magia en una ciudad mágica convertida en capital de trucos y sorpresas, de engaños y de risas. Y conste que cuando hablo de trucos no me refiero a los que habrá que hacer para pagar el auditorio. Ni las sorpresas que nos seguirán deparando juzgados y otras comparecencias. No me refiero a los engaños que nos abruman aquí­ y allá, ni a las risas con que conviene en todo caso afrontar esta recesión acelerada que empezó allá como hace un año como simple desaceleración. Me refiero claro está a la nueva edición de Magialdia, una buena muestra de cómo puede sacarse la magia a la calle haciendo disfrutar a sus habitantes y de paso, haciendo que Vitoria y hasta Gasteiz asomen al mapamundi de las cosas dignas de ver y visitar.

Mi amigo el panadero, o por mejor decir, mi amigo el expendedor de pan no ve muy claro esto de la magia. Todaví­a tiene clavada la espinita del truco, el engaño, la sorpresa y las risas con que se tomó su fallido intento de obtener un descuento en su abono del alavés. Culpa mí­a añadiré yo, que fuí­ el que le convenció de que me sacara un abono de preferente para poder obtener el prometido descuento del veinte por cien. No pudo ser. La chica que le atendió le explicó no se que extraña razón y nuestro gozo en un pozo y su suculento descuento en manos del glorioso. Que lo administre con salud.

Mi amiga la panadera, digo la expendedora de pan, de lo que se queja es del truco fastuoso por virtud del cual dejó el otro dí­a sin pan a parte de Manzanos. Y es que de golpe y porrazo la carretera habí­a desaparecido tapada por máquinas asfaltadoras y el desví­o prometido tampoco apareció por ningún lado. Es lo que tiene ponerse a hacer trucos de magia con la red viaria.

En fin, que intentaremos disfrutar con la magia de verdad, con las simpáticas mentiras y los ingeniosos engaños de los magos propios y extraños mientras vamos engrasando los teclados y ratones y volvemos a ocupar discos duros, pendrives y correos mientras ejercitamos nuestra magia particular, la que nos permite llegar un curso más hasta vosotros.

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