De notas y envoltorios

5º de abono. 33 festival de jazz de Vitoria – Gasteiz

Madeleine Peyroux, Voz y guitarra; Darren Beckett, baterí­a; James Beard, piano; Jon Herington, guitarra; Barak Mori, Bajo.

Dee Dee Bridgewater

En esta edición que si por algo viene dando la nota es por los cambios de orden y cartel, un dí­a como ayer no podí­a ser menos. Se calló randy Crawford y se levantó Dee Dee. Madeleine programada como segunda corrió puesto y acabó de primera y la Dee ocupó el espacio estelar. Desde aquí­ vaya para empezar un triple agradecimiento. A la organización por cerrar finalmente un cartel redondo, a Madeleine por ser como es y finalmente a Randy Crawford por su indisposición.

Hablándo ya del concierto en si, vamos a intentar explicar el por qué del tí­tulo que preside estas lí­neas.

De Madeleine no puedo hablar mal, he de reconocer que me tiene enamorado desde que la vi hace años por primera vez. Ella y sus chicos son de los de decir envuélvamelos que me los llevo. Música í­ntima, sensorial y sensible. Música sentida. Sin envoltorios de lujo, como sin darse importancia, pero con un registro vocal tan amplio como flexible. Una voz que deberian poner una y otra vez a tanto y tanto triunfito en busca de los gritos de la Houston o la Naranjo para enseñarles que cantar no es lo mismo que gritar. La banda a tono, esto es, tan eficaz como discreta. Buena, absolutamente buena en su papel, acompañar, envolver la voz de la artista. Hasta con pequeñas licencias de la que dan la nota, como demostrar al auditorio que la cerveza, bueno, o mejor dicho que una caja de cerveza es suficiente como baterí­a cuando se pone uno a ello. Se que hay quien dice que es frí­a, que es sosa,  (la cantante, no la cerveza) puede ser. Pero ya lo decí­a antes, a mi me tiene enamorado y además… ¡hasta canta en francés! Yo comprendo que es complicado disfrutar así­ en tan colectivo plan de una música a la que uno le gustarí­a poder disfrutar en solitario, en un ambiente tan í­ntimo como la música. Pero no es posible. Es como la primera lí­nea de playa, que se llena de rascacielos porque nadie se la quiere perder y toos se la pierden a cuenta de esos mismos rascacielos. Una pena porque este tipo de concentraciones permiten que algún notas de la nota y empiece a organizar el sonido junto con la artista, que reaccionó con una mixtura de espontaneidad, estupor e ironí­a.

En fin, no habí­amos terminado de enjugar la última lagrimilla, tanto por lo emotivo del concierto como por no poder finalmente llevarnos a casa a la galoamericana, cuando nos vimos de repente en otro concierto.

Lo de esta mujer fue un descubrimiento. A la vez complementario y a la vez antagónico del anterior. complementario porque son formas distintas de interpretar con similar categorí­a y además girando en torno al mismo referente. Antagónico porque a esta y a su banda si que no hay quien la meta en casa. Te la desguaza. Este concierto si que era para verlo sobre un escenario. Mientras dure el escenario, claro está, porque la buena mujer y su acompañante se lo comen. El gesto de desprenderse de su turbante y mostrar su cráneo en toda su inmensidad fue como un avisar de que el concierto irí­a sin tapujos, sin envoltorios. Dee dee dominaba el polideportivo cuando cantaba y también cuando no cantaba, unas veces con sus bailes, otras con sus bromas, anécdotas y explicaciones. Sólo una cosa amenazaba a veces esta hegemoní­a, el hombre que la acompañaba. Era este un negro de esos de los que cuando se encargan un traje suben las acciones de hilaturas y textiles. Enorme de tamaño y de categorí­a. Capaz de convertir sus saxos en un émulo de Jekyll y Hide. De pronto timido y sensible, de pronto agitado y convulso. Del susurro al grito, del tarareo al lamento. Su voz era a veces eco y a veces complemento de la de Dee Dee. El resto de la banda a su nivel, o sea bastante arriba, mención especial, para mi gusto al contrabajista.
Apenas habí­an pasado 3 horas y media cuando me fui al atasco del parking con la sensación de haber aparcado el coche dos dí­as antes, uno en el que cerré los ojos y deje volar mis sentimientos, y otro en el que los abrí­ y los llené, junto a mis orejas,  de grandes sensaciones .

2 comentarios

  • javier vegas dice:

    james carter. Pondrí­a algún enlace, pero con poner james carter en google salen mogollón de sitios

  • Joseba dice:

    ¿alguien sabe como se llama el saxo del concierto de Dee Dee?

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