Escatologí­a

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 9 de mayo de 2009

La escatologí­a puede referirse a la vida de ultratumba o bien a eso con lo que tanto gusta bromear a los niños y que tan presente está en las cosas de los mayores. Si bien es cierto que abundan los fantasmas, también lo es que eso a lo que los eruditos llaman excremento, los infantes caca, y el común de los mortales, incluido algún egregio actor y literato sencillamente mierda, está en estas fechas muy próximo a nosotros, nos rodea.

El glorioso, después de una temporada plagada de lo que uno de sus jugadores calificaba literalmente de “cagadas”, ha terminado, si no lo soluciona alguien de ultratumba, por irse definitivamente a la mierda, que dirí­a el ya citado Fernán Gómez. A ver si por lo menos así­ conseguimos que de estos lodos vengan futuros vergeles que hagan honor al apelativo del glorioso, y que nos permitan cantar su himno sin morirnos de risa o de vergí¼enza. Al Amurrio no le ha ido mucho mejor, pero a éste además de la larga vuelta, por aquello del viajecito hasta Algeciras, le queda el partido de vuelta.

La intermodal que tan espléndida se proyectaba y que tanto brilló en espacios virtuales de recreación tridimensional, se ha quedado en lo que algunos califican como una cagolita llamada a ser más intermedio que intermodal. Eso sí­, una cagolita de 25 millones de euros. Del auditorio no hablaremos más, aunque al paso que vamos cuando se acaben todos los estudios, proyectos y anteproyectos será ya inútil. Estaremos todos sordos o nos habremos hecho duros de oí­do.

A la calle Prado y plaza General Loma tampoco les ha ido mejor. Entre las zanjas, los escombros, el polvo y los cascotes se han convertido en un lugar sucio y asqueroso, una letrina, que dirí­a la Real Academia. Y hablando de letrinas, como no hablar de la más viajera, de la más fotografiada, de la más citada en la prensa y los juzgados. Piensa la parte acusadora, no se muy bien por qué, que por fin ha sorprendido al sacamantecas del siglo XXI, el malvado Eliseo Gil, con las manos en la caca. La letrina, aunque no propiamente suya, de la parte acusada me refiero, salió del dominio foral para ir a sus manos y dado su tamaño no creo yo que lo hiciese de forma taimada y discreta. Fue luego reclamada y volvió al juzgado, quien comprensivamente ha considerado que lo más prudente es que la parte acusadora sea quien resulte garante de la prueba del delito. Vamos, que no quiere que la porquerí­a inunde los juzgados. Posiblemente piense que con tanto marear letrinas al final uno la puede acabar”¦

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