Estaba el otro día a punto de retirarme derrotado por el pso de las horas, cuando en mi pequeña televisión empezó a asomar ni más ni menos que… La Reina de ífrica. ¡Qué peliculón! La verdad es que la he visto en televisión, en cine, en versión original y en versión doblada, y para que nos vamos a engañar, no me canso de verla. Es más, cada vez que la veo me gusta más. Vamos, es, sin lugar a dudas una de las películas que me llevaría a una isla desierta, y a una habitada también (la otra es El hombre tranquilo).
La interpretación de la pareja protagonista (Bogart - Hepburn) es simplemente sublime, como sublime es la manera en que la historia se va construyendo ante nuestros ojos. Como diría el personaje del hombre tranquilo, tiene momentos “homéricos”. Esa trasmutación de señor Alnutt en charles y de ella en Rossi, la angustia del acarreo de la barca por el cañaveral, o la delirante confesión que le iba a llevar a la horca junto con su recien estrenada esposa, por citar sólo unos pocos, lo son.
Encima sin anuncios, como si estuviese en el cine… Lo que no acabo de entender es porque ponen estas joyas a estas horas de la madrugada, con la cantida de basura que nos hacen tragar…
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