Deconstrucciones

ya escribí­ tiemo ha sobre la fruicción con que los profesionales de la construcción se entregan al loable oficio de la contaminación acústica. Ellos tienen sus razones sus motivos sus excusas y hasta la forma de llamarte pirngao y gilipollas si se te ocurre quejarte. Yo que soy más tonto desde que nací­, y más según cumplo años creo que la vida no es necesariamente así­.

Todo es cuestión de organización. Las tareas más ruidosas no hay porqué hacerlas  alas horas más molestas. Los funcionarios del ladrillo deben saber que no son los únicos que trabajan en el mundo. Deben tener en cuenta que una cosa es trabajar en la cima de un monte haciendo un repetidor y otra en una comunidad en la que conviven vecinos, o al menos lo intentan.

Los constructores deberí­an saber que hay una cosa que se llaman planos y que no es normal que cuando te has comido todo el coñazo de una obra consisitente en vaciar una planta para hacerlo todo nuevo luego te tengas que comer el ruido de las rozas y demás operaciones ruidosas que tienen que hacer para romper lo que han construido.

Organización, y dejen de dar el coñazo. Asi no hay hijo de madre que descanse un rato. Tendrí­a que haber alguien que prohibiese esto.

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