La columna

Cuando trabajaba en Madrid me contaban una anécdota relacionada con el Pabellón de España de la expo de Sevilla, aquella que ocurrió por el año 92.

El caso es que visitando las obras en fase próxima a su finalización, observó uno de los responsables del mismo la incómoda presencia de una columna en medio de una de las zonas de paso. Previendo los atascos y demás que podrí­an generarse contactó con el colegio de arquitectos de la plaza para ver si podí­an mirar la posibilidad de eliminarla. “si hombre si, pagas cuatro kilos y te hacemos el estudio” Bueno pues allá que se hizo el encargo y pagados los cuatro kilos el informe fue tajante. “Como toques la columna se cae el pabellón”.

El caso es que nuestro buen hombre siguió dando vueltas al asunto y, aprovechando cierto viaje a la ciudad condal decidió contactar con el colegio de arquitectos de la zona, persuadido de que el nivel de capacitación podrí­a ser mayor. La tarifa al menos fue parecido y el resultado similar: “Como toques la columna se cae el pabellón”.

No contento con el asunto, todaví­a aprovechó otro viaje para contactar con un prestigioso estudio privado, y después de pagar la tarifa habitual, el resultado fue… “Como toques la columna se cae el pabellón”.

Todaví­a tuvo tiempo (los kilos por aquel entonces parecí­a que caí­an del cielo), para encargar otro estudio antes de la inauguración en similares circunstancias y con idéntico resultado. Cuando se inauguró el pabellón allí­ estaba la columna con una sonrisa de oreja a oreja.

Hoy me ha venido a la memoria aquella historia quien sabe por qué. Igual tiene relación con las conclusiones del viaje de cierto asesor municiapal por toda Europa buscando solución para multiusar la plaza de toros multiusos de Vitoria – Gasteiz.

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