Como indiqué en su día, he tenido la fortuna de poder gastarme una fortuna en París. Bueno, hasta eso es cada vez más relativo, pero no adelantemos acontecimientos. El caso es que como siempre que se viaja son varias las cosas que pasan por la cabeza en todos sus sentidos, por los ojos, los oidos, el olfato, la boca y hasta por el cerebro mismo.
Por eso hoy no trataré de contarlas todas, ni quizás ninguna, sino simplemente de plantearlas casi en plan de enunciados para poder ir desarrollándolas con más tranquilidad.
Como en todo viaje que se precie, y especialemente cuando interviene la aviación civil, cabe un primer espacio de reflexión sobre este medio de transporte. Sobre los efectos colaterales de la obsesión por la seguridad; sobre su propia operatividad en según que trayectos; sobre ese mundo tan peculiar y a la vez tan lleno de contrastes que constituyen los aeropuertos grandes y pequeños.
Hablando ya de París propiamente dicho cabe reflexionar, quizás lo primero de todo, por la estructura de la población en las grandes ciudades europeas en las que los europeos son cada vez más raros de ver. Bueno, según en que sitios y según en que barrios. Pero todo este mundo de coexistencia de razas y culturas, con una permeabilidad no demasiado grande, y desarrollándose más como un puzzle que como un puré bien merece un poco de atención.
Museos y rincones descubiertos, con su encanto y su contenido son también motivo de recuerdo. Como lo es algún que otro pequeño detalle que llama la atención al paseante y que bien podríamos imitar por estos lares. En la anterior ocasión que visité París me llamaron la atención las placas tan variopinitas que pueblan sus calles. En esta me ha llamado la atención de colocar, en las rotulaciones de las calles que corresponden a un nombre propio, una breve semblanza biográfica del interesado. Buena idea me dije para mi mismo.
Y poco más que contar, que no es poco, si acaso esa superposición de capas que se da en estas ciudades que son a la vez centro de vida y de trabajo y destino habitual de ocio y turismo. Un chocante encuentro de personas… Una ciudad en la que una vez más he dejado cosas sin visitar, y es que siempre hay que ´dejar alguna excusa para volver…
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