Campañas cruzadas

Como los cruzados se lanzan algunos contra las campañas que se les cruzan ante los ojos sin ser tan fieros con las suyas propias, sin ser siquiera congruentes con sus prédicas y postulados. Cuando todaví­a resuenan las voces de rouco en las calles madrileñas; cuando a diario recorren el eter las soflamas de Federico y otros muchos ardorosos defensores de la fe y la ortodoxia desde las episcopales ondas; cuando seguimos a fecha de hoy defendiendo crucifijos y satanizando convivencias; parece ahora llegado el momento de fijarnos en los autobuses y en los mensajes que portan.

Como no tení­amos bastante con la campaña estadounidense recién terminada; ni nos bastaba la de nuestras elecciones en plena aceleración, ni tan siquiera con las asmableas de la Real o las elecciones pseudo sindicales de la guardia civil, ahora tenemos la campaña de los ateos y la de los indignados aludidos.

La campaña en si me parece, como dirí­a mi abuela, una calzoncillada. Uno empieza a cansarse de que le colectivicen pensamientos individuales. El ser ateo es en todo caso una coincidencia, en muchas ocasiones ni siquiera completa, con otros indiví­duos. Pero no creo que suponga meternos en el mismo saco a todos los que pensamos que el mundo es suficiente. Eso por otra parte no indica mayores coincidencias en la visión de la sociedad, de la polí­tica de la cultura y hasta de la vida. Ni eso ni lo contario, por supuesto. Pero con un matiz. Los no ateos que además de no serlo son miembros de un colectivo, es decir, de una confesión, si que contraen ciertas obligaciones en cuanto a su comportamiento y según doctrinas hasta en cuanto a su pensamiento. El que no esté de acuerdo que cambie de confesión, porque en esos terrenos no hay congresos, elecciones ni asambleas, sino fe y obediencia.

Pero volviendo a la campaña, podemos decir que tiene dos partes bien diferenciadas. La primera es obvia. Nadie en su sano juicio puede afirmar de forma categórica, necesaria e irrebatible que dios exista. Es evidentemente una cuestión de fe. Nadie puede demostrar que no exista, cierto es, pero la imposibilidad de pruebas en contrario funciona en todo caso como un protoprueba o un indicio de suficiente entidad. No valen aquí­ argumentos como el de cierta carta publicada hoy en el Diario de Noticias de ílava.

Si somos buenos no somos ateos aunque lo pensemos, porque vivimos a dios. Adios muy buenas, somos buenos o malos porque somos humanos o humanas, y la bondad y maldad, además de multiforme y elástica no es en absoluto patrimonio de dios. No somos ateos porque todos los que pensamos con un mí­nimo de profundidad no podemos dejar de tener un valor o realidad suprema, un absoluto, un dios. Bueno, pues igual los que al pensar profundizamos más que un mí­nimo, no encontramos esa necesidad absoluta de UN valor o realidad profunda, preferimos el contumaz relativismo a los estrechos absolutos y de dios nos interesan los componentes humanos, lease, antropológicos, etnográficos, filosóficos, culturales y hasta polí­ticos.

Ese camino de introducir como absoluta una verdad que no lo es para construir con aparente lógica la demostración de la necesaria existencia de dios ya se intentó hace siglos, y seguimos sin darnos por enterados. Unos porque no se resigna a simplemente creer, y otros porque hace tiempo que descubrimos el atajo.

En cualquier caso, y volviendo al eslogan para terminar con él, la segunda parte si que debiera hacernos reflexionar, y es que, con independencia de que exista o no exista dios, si que tenemos muchas otras cosas en las que preocuparnos, y mucha vida que disfrutar sin que eso suponga necesariamente abandonar anhelos como la paz la justicia la solidaridad, etc. Unos lo harán por mejorar sus condiciones en otra vida, otros por mejorar las propias y las ajenas en esta.

1 comentario

  • Anónimo dice:

    Conozco muchas personas que creen en un cristianismo crí­tico, que defienden la democrací­a y la libertad, y otras que inmersas en un idealismo
    ateo, intentan manipular el pensamiento de la gente.La creencia o no en Dios, es algo muy personal, y libre mientras no afecte a terceras personas.
    Creo realmente en una sociedad donde los ciudadanos puedan convivir en el respeto y la pluralidad. (Qué podrí­amos decir de cierta institución machista y teocrática….)

    Amén.

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