Las franquicias tabernarias

Como ya avisaba el lunes, tal mañana como ayer, y tal tarde como la del lunes, la he pasado en Deba descansando un poco, disfrutando de la talasoterapia, y realizando una peqeuña auditorí­a del sector de la hostelerí­a en nuestro paí­s. si. Ese sector que nos hizo singulares, que era como seña de identidad del paí­s tan conocida o más que el lauburu o el arbol de Gernika. Conocido por doquier. Bueno, a lo que iba, que he llegado a la conclusión tras mi paso por Deba, que parece que vivimos una franquicia encubierta que nos ha hecho dejar en manos extrañas un sector estratégico del paí­s. Vamos, que esto es peor que las opas a iberdrola, que la operación de Argentaria con el BBV o que la cooperativa Eroski acepte a no vascos como cooperativistas, y eso por no hablar del Athletic.

No se trata de ser xenófobo en mod alguno, no. se trata simplemente de constatar una realidad social y en definitiva un proceso de auto a culturación. Porque la franquicia de la que hablo no ha hecho ninguna OPA, ni una absorción encubierta. No ha hecho nada más que ocupar un espacio que nuestra dejadez, nuestro orgullo y nuestra suficiencia ha ido dejando libre. Y es que uno sale a tomar potes, y con esa tendencia que tenemos todas las razas a ver a los de las demás como seres iguales, uno tiene la sensación de que es el mismo latinoamericano el que le ha puesto el pote en todos los bares. Como encima cobran lo mismo (me refiero por los potes), pues la confusión ya es mayúscula.

Hace años la hostelerí­a tabernaria, y hasta en gran parte la restauración era un negocio básicamente familiar. Los extras, se renovaban generacionalmente. Eran nuestros jóvenes, eramos nosotros, que empelabamos nuestros veranos y fines de semana en servir potes y cervezas para podérnoslas beber nosotros el resto del año. Trabajábamos y estudiábamos, y cuando terminábamos de estudiar, mientras encontrábamos nuestro primer trabajo, seguí­amos poniendo potes. En cuanto dejábamos el lado oscuro de la barra, un nuevo y tierno estudiante vení­a a ocupar nuestro lugar y así­ sucesivamente.

Ahora habrá quien diga que cómo pueden estar todos estos trabajando y nuestros mozalbetes en el paro. Pues porque renunciaron hace tiempo a trabajos tan denigrantes como atender a los demás. Porque renunciaron a trabajos en los que ocuparse mientras los demás se divierten. Porque renunciaron a esfuerzos innecesarios habida cuenta de la manutención familiar a coste cero. ¿y qué tienen ahora? Pues un contrato indefinido, inestable, incompleto y en muchos casos indescifrable. Unos convenios de flexibilidad que les mandan a casa cuando no quieren ir y al taller cuando querrí­an ir de copas. Un futuro plagado de EREs. La posibilidad de conocer mundo si quieres ir a trabajar a China o de practicar salsa, cumbia y cha cha cha si vas a tu bar “de siempre”. Eso sí­, el BMW en la puerta que no falte…

1 comentario

  • María Magain dice:

    Pero esas personas que ponen los potes de otras latitudes, muchos de ellos están también estudiando, y hacen lo que yo hice en su momento que era trabajar para poder estudiar, y tener una habitación donde dormir. Porque en Madrid conocí­ muchas historias, , y sobre todo muchos abusos, porque mientras tienes trabajo en tu tiempo libre, no piensas en más, y permites todo tipo de trato, he llegado a trabajar hasta doce horas seguidas, eso sí­ se me quedó un tipillo….

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