í‰tica y deontologí­a profesional

Cuando allá por tercero de carrera, en la lejana complutense de Madrid, nuestro profesor de Etica y deontologí­a comenzó el curso anunciando que no iba a suspender a nadie porque la ética y la deontologí­a no debí­an ser evaluables, me pareció un chollo. Yo hací­a planes para ver en que usar esa hora semanal durante todo el año cuando hubo compañeros de clase que no esperaron ni siquiera a que acabase la clase. Se levantaron y se fueron para no volver.

Visto desde mi perspectiva actual me vienen a la cabeza dos reflexiones. Una. La práctica del aprobado general debí­a estar más extendida de lo que suponí­a en las Facultades de ciencias de la Información. Dos. El amable profesor cometió dos errores. Evitar a sus alumnos el acceso a una de las claves de la profesión, y pensar que la ética y deontologí­a en el ejercicio de la profesión periodí­stica no son evaluables.

Porque hay cosas como las que siguen, que no son precisamente incalificables, no. Son perfectamente calificables y altamente deplorables. Son inquina, persecución y perseverancia en lo anterior, reincidencia que dirí­amos. Porque al final va a resultar que hay algo peor que ser presuntamente jefe militar de ETA, que no es otra cosa que haber pertenecido al equipo de investigación de Iruña Veleia.

El mismo diario que utiliza las expresiones siguientes al referirse a un ciudadano detenido y en proceso de interrogatorio por la policí­a judicial y bajo la instrucción de un juez:

El considerado como jefe del aparato militar de la banda terrorista ETA, Garikoitz Aspiazu, ‘Txeroki’,

Los dos presuntos etarras, detenidos el pasado lunes en Cauterets…

Los dos presuntos etarras, detenidos en esa localidad…

El enví­o al Tribunal de la capital francesa de los dos supuestos miembros de la banda terrorista  

emplea estas otras para referirse a los indicios de fraude descubiertos por una comisión de señores sin capacidad judicial alguna, sin que los interesados hayan tenido acceso a los informes en que basan estos indicios, y sin que autoridad judicial o administrativa alguna les haya no ya condenado, sino tan siquiera investigado por ello 

Seis trabajadores de la empresa Lurmen SL, que realizaba la excavación del yacimiento de Iruña-Veleia donde se ha detectado un fraude en hallazgos arqueológicos, se han quejado hoy de que no se les ha permitido acceder a su puesto de trabajo y han defendido su profesionalidad

Y así­ un dí­a tras otro. Vamos que como dirí­a el otro… Que curioso.

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