Pobres economistas

Los economistas se han quedado solos. Antes compartí­an con los metereólogos la categorí­a de cientí­ficos de la predicción falible y del análisis del por qué de lo impredecible una vez sucedido. Pero mira tu por donde, y aunque de momento en el corto espacio de tres a cinco dí­as, los meterólogos ultimamente van empezando a acertar y ser fiables. Pero los economistas no. Una y otra vez hacen el ridí­culo. Y claro, los pobres tienen que inventar cada vez más palabras y más complicadas para disimular su propia y compartida perplejidad ante lo que ocurre en el mundo.

Ahora va a resultar que en realidad no hay crisis, que es más bien una histeria colectiva. ¡Menuda historia! Ahora va a resultar que hasta es buena, porque así­ baja el petróleo y aumenta el margen de beneficio de las petroleras. Ahora va a resultar que lo que son batacazos son tan solo movimientos, que el paro es coyuntural y que como lo del calentamiento global era una paja mental para colocar los excedentes de renta, lo aparcamos y punto.

Eso sí­, por aquí­ nos siguen anunciando subidas. Subirá el autobús, algunas tasas también, y la OTA. Pero claro, en un momento dado uno se plantea… ¿y qué más da? Si total los parados no necesitan moverse porque están precisamente parados, lo del autobús no les afecta. Si no hay sitios para aparcar, ni tiendas a las que ir porque no hay dinero con el que comprar, que más da que suba la OTA. Vamos, que todos tranquilos porque no hay problema que valga.

Yo por mi parte estoy bien tranquilo. He llegado al convencimiento de que para que algunos se sigan forrando los pobres tenemos que tener lo suficiente para gastárnoslo en sus negocios y alimentar sus beneficios. Si no tenemos no gastamos, si no gastamos no ganan. Así­ que que no se preocupe nadie. Si nos quedamos sin pasta alguien nos dará la suficiente para que el sistema siga adelante, nosotros cada vez más pobres y ellos cada vez más ricos…