A vueltas con el sentido

Nuestra querida ciudad avanza en el largo camino de la historia hacia la excelencia acústica y medio ambiental. Y lo hace a tal ritmo que vamos a conseguir una ciudad entero ambiental y tan liviana como una pluma para que pueda, en el culmen de la sostenibilidad, más que sostenerse flotar. Una dirección en la que todos nuestros dirigentes coinciden aunque de cuando en vez, y más por estética que por principios, parezcan obligados a disimularlo.

Aún así­, cuando hay relevos al frente del timón parece lógico pensar que conllevarán algún cambio de sentido. Así­ podí­a preverse cuando Patxi sucedió a Alfonso, y así­ en efecto ha ocurrido. Incluso con más rapidez e intensidad con la que nadie hubiera osado sospechar.

En apenas unos meses el nuevo equipo de gobierno ha cambiado el sentido a la independencia y a los fueros llegando incluso a jugar con el sentido de Olaguibel, don Justo Antonio. No contento con ello ha dejado sin sentido privado, o privado de sentido a Don Mateo Moraza, a la Virgen Blanca y hasta al Prado. Y puestos a cambiar sentidos no se han librado ni el fabulista ni el músico ni el historiador.

Presos de cierta y lógica desorientación ayer asistimos al ensayo de nuevas tentativas para dejar también sin sentido en lo que a lo privado se refiere a don Ricardo, al Gorbea y hasta al propio Sancho el Sabio.

Vamos, que no sé yo si al final se moverán o no los peatones. Ni si los ciclistas camparán a sus anchas por los bidegorris. Ni si los tranví­as y autobuses acabarán por ser algo más rápidos y útiles que el Gasteiztxo. Ni tan siquiera me atrevo a aventurar si desaparecerán los coches del espacio público superficial engullidos por toda una red de parkings. Lo que tengo la impresión es que al final nos vamos a quedar sin sentido, noqueados que dirí­a el otro, con tanto cambio de sentido. Y es que esto de la movilidad sostenible parece que consiste más bien en mover sentidos, lí­neas, marquesinas, señales y lo que sea de forma sostenida, o sea continuamente.

Así­ que no es de extrañar que los responsables municipales vayan a lanzar un concursillo para comprobar hasta que punto permanecen orientados los ciudadanos y son capaces de adivinar los cada vez más cercanos cambios en el trasporte público. Eso sí­, en franca coherencia con esta concepción tan peculiar del sentido como cosa mutable y multiforme, al que mejor conozca los cambios en el trasporte público le darán la opción de participar en el sorteo de”¦ tres bicicletas, ¿Por qué será?

 

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