Borregos a riñón.

Bueno, ayer decidimos no seguir nadando en el fango, y nos quedamos en casita. Police, un poquito de Kravitz (o como se escriba) y REM era suficiente. Así­ que voy a dedicar estas lí­neas de hoy a dar un repaso a algunas cuestiones de organización, y hasta de concepto en torno al Bilbao BBK Festival. y lo voy a hacer ahora que he leido varias crónicas, glosas e incluso alguna crí­tica. Y lo voy a hacer porque muchas veces una cosa es ver las cosas como cliente de a pie y otra verlas con la acreditación colgada al cuello. bueno, por eso y por otra razón. Para lograr mejorar, primero hay que conocer los problemas, y para eso alguien tiene que comentarlos.

El sistema de aparcar lejos y usar lanzaderas para acceder al recinto es en si mismo un buen sistema. Las cosas como son. Para el volumen de gente a mover la cosa funciona suficientemente bien en términos generales. Si acaso mejorar el reparto entre lí­neas. Poco más. bueno, algo más si. Si el autobus puede llegar un poco más arriba, especialmente dí­as en los que tocan grupos como Police, a los que vamos a ver mucho cuarentones terciados, fumadores y poco deportistas, eviatrí­amos un recalentón previo al acceso al recinto, porque lo de los diez quince minutos debe ser para senderistas avezados… y algunos vamos ya para vagos crónicos… Lo único bueno de esta ascensión al tourmalet son las vistas que ofrece esta ladera sobre Bilbao y alrededores, dignos de ver aunque sea mientras uno recupera el resuello.

Respecto a la organización interior del espacio es en términos generales correcta. Si acaso un poco lo de siempre, señalizar mejor algunos putnos fundamentales, como por ejemplo el de venta de tickets para las barras. Y ya que llegamos a este asunto, uno de los primeros puntos osucros y hasta denunciables es precisamente el de las barras.

Uno compra un abono o una entrada por no menos de 72€ (12000 calas). Busca el sitio e ingresa por adelantado, consuma o no, los euros que luego se gastará en las barras, calculando la cifra a cambiar para no volverse a cas con fichas de los juegos reunidos geiper que seguro que no te cogen en el Eroski ni en una oficina de la BBK. Se apoya uno con cuidad en barras metálicas que a duras penas mantienen en pie a los vasos, hace gala de paciencia para conseguir que alguno de los muchas veces inexpertos camareros se digne en atenderle y finalmente consigue, al popular precio de 6€ (1000 pelillas), por poner un ejemplo, un cubatita en vaso de plástico con un Ron cuya marca no ha visto nunca y un chorrito de cocacola de barril que apenas llega a medio botellí­n. Un litro de cerveza, en plástico por supuesto, se puede comprar al módico precio de 8€, casi 300 duros, cuando en realidad no llega a costar más de 2€. Para rizar el rizo, se te exige que pagues por adelantado, no te vayas a desmayar del susto.

Cuestión aparte es la del espectáculo de la lluvia del sábado. Esto no es lo de Pedro y el lobo. Esto se sabí­a que vendrí­a, y volvemos a lo mismo, no hubo la más mí­nima previsión para tratar de identificar lso espacios más inundables, para habilitar pasos que evitasen mojarte hasta los tobillos, para utilizar zonas “vips” que estaban vací­as y valladas pero a resguardo del charco para habilitarlas como zonas de paso. En fin, que menos mal que uno va a lo que va y disfruta con sus grupos favoritos, pero que eso no deberí­a ser aprovechado por los organizadores para tratarnos como a borregos, borregos a riñón que es lo que nos dejamos en sus arcas. Vamos, que no hablamos de un sarao de acceso gratuito, que hay espectáculos de frac y vestido largo cuyas entradas cuestan menos que las nuestras, que esto de que te guste el rock o el pop ni tenconvierte en carnaza ni te merma el uso de razón, y que como clientes, al precio que pagamos, tendrí­amos derecho a ser mejor tratados.