Por fin…

Por fin llegó el buen tiempo, el esperado buen tiempo, y ya estamos todos los agoní­as llorando. si hace una semana nos quejábamos del frí­o y la lluvia, ahora sudamos la camiseta y claro, nos quejamos. Hasta los que gustan de calores y sudores agonizan en un mar de malos augurios, y anuncian a quien quiere oirles nuevas tormentas y un pésimo verano.

Yo para estas cosas del tiempo soy como para las cosas del otro tiempo, del que pasa, un estoico en el buen sentido de la palabra. Quiero decir, que encuentro poco sentido a pasar el tiempo quejándose por cosas que no se pueden evitar, y de esta forma cometer un doble error. Gastar energí­as en balde (como bien decí­a el torero lo que no puede ser no puede ser y además es imposible), y no disfrutar de lo que de bueno tiene cada momento de la vida.

Alguno me dirá que hay momentos en los que nada es bueno y yo contestaré que todo es cuestión de buscarlo, y al final siempre se encuentra.

Es algo parecido a Vitoria. Toda la vida creyendo que viví­amos en una ciudad gris y anodina, y resulta que nos ponemos a mirarla un poco y nos salen catedrales únicas en el mundo, murallas dignas de visita, plazas, anillos verdes, y hasta la estatua de un trompetista. Como se ve, todo es cuestión de buscar…

 

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