Tormenta de ideas

Hoy un pequeño itinerario me ha llenado la cabeza de cosas chocantes. Así­ pues, renunciando a la escritura de un texto coherente, y desde la consciencia de que todo está más interrelacionado de lo que parece, dejaremos volar los dedos torpemente y tomaremos como guión y depósito de ideas lo que sigue.

Viajando en autobús he visto, un dí­a más los molinos que coronan la sierra de badaya. Siempre me ha parecido ingenioso, y valga el guiño hablando de molinos, que se le pueda quitar al viento su energí­a sin que deje de ser viento. A costa de nuestor paisaje, pero mejor pagar en vistas que en calentamientos globales y cosas por el estilo.

Llegado que he sido a Vitoria, y al pasar junto al Artium, de tan clásico y evocador nombre he contemplado toda una recua de vehí­culos de alto estanding, y la plaza poblada por gentes de traje y corbata entre las que al punto de no llegar a ver las etiquetas de los trajes, y no sabiendo discernir el reloj bueno del imitado, uno no sabe si ve escoltas y chóferes o prohombres enchufados. Hasta la ertzantza estaba. Y repasando mi memoria no encontraba yo acto gubernamental que justificase tal estipendio de ingenierí­a alemana y sastrerí­a italiana, cuando al volver la cabeza he comprendido el motivo, junta de accionistas de Gamesa.

Y recordando los molinos, me he planteado que, si el viento es de todos, y de todos el paisaje que contemplamos, por qué sólo algunos se reparten el beneficio de lo que todos pagamos.

Y he seguido mi camino pensando en que coño pintaba una junta de accionistas de ladronees de vientos en un museo, y es que tal parece que es también un arte sacar beneficio de la nada que es de todos, sacarla en beneficio propio, y encima aparecer como garante de la tierra y su futuro.

He recordado a Aresti, cuando comparaba chimeneas y campanarios y concluí­a que el capital sube más alto que la fe, y he pensado que ahora que la fe mueve menos montañas que las grandes constructoras, el capital ya no intenta emular a los campanarios, sino que quiere ser reconocido como artista.

Y el caso es que cuando luego más tarde he leido la rensa, y hasta he pasado por encima de las páginas económicas, me he dado cuenta de que nosotros somos los más grandes artistas, los capaces de vivir con las migajas que nos dejan sin levantar cabeza, los indigentes orgullosos de compartir raza y aspecto con los ricos, los ignorantes peligrosos queacabamos pensando siempre que la hipoteca es del otro…

3 comentarios

  • javier vegas dice:

    en mi condición de secretario de la bascongada he de reconocer que era uno de los gorrones, que le vamos a hacer… a todos nos gusta de vez en cuando ser un poco artistas… lo de ladrón lo tengo menos claro pero mira que igual si… mientras soltaban loos discursos me robé una visita a la exposición de las foticos esas que por cierto está muy bien

  • María Magain dice:

    Pienso lo mismo.
    Habí­a una canción de Frank Sinatra, que decí­a más o menos ;
    “No me conviertas en un mendigo de tí­. ”
    Es cuestión de dignidad.

  • Fernando Cuesta dice:

    Yo también pasé por el Artium el dí­a de San Prudencio a la hora de la comida y vi algo parecido .Se me vinieron a la cabeza reflexiones similares aunque los que estaban gorroneando a cuenta de nuestro santo patron no sé de que eran ladrones…..

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