La Alonsomaní­a

Realmente vivimos en tierras poseidas por la alonsomaní­a. Entiéndase esto tanto por la capacidad de coger maní­a a distintos alonsos, que el surtido da para todo, como por la maní­a que parece tener la gente de apellidarse alonso.

Tenemos un teniente de alcalde que se apellida Alonso. Juan Carlos de nombre. Nombre que creo recordar coincide con el de un funcionario de idéntico apellido, y que a juzgar por google coincide así­ mismo con cosas tan variopintas como un candidato de Falange auténtica de Salamanca como con un presidente de la Academia Andaluza de Gastronomí­a pasando por futblistas, fotógrafos, dentistas, consultores, humoristas y hasta un licenciado en fí­sica cuántica. Con su promoción al cargo y a la concejalí­a todos hemos perdido todos a un muy buen articulista, y él va ganando dí­a a dí­a conocimiento de lo que son los consensos y los apoyoso incondicionales…

Tuvimos un Alcalde que no tení­a de Teniente de Alcalde al que ahora lo es, pero que coincidió con él en la coporación, que se apellidaba Alonso, Alfonso de nombre. A este podrí­amos cantarle ahora aquello de donde vas alfonso alonso, donde vas triste de ti. Porque una de dos, o le va la marcha o tiene mala suerte. Porque mira tu, despues de ocho años en el ojo del huracan, sometido a las iras de la oposición, cuestionado por parte de la ciudadaní­a, enfrascado en batallas de las que a menudo salí­a trasquilado, guerras de peris, gastetexes, auditorios y que se yo que más, cuando por fin parece que se nos iba a tomar un respiro, ahí­ está otra vez, en batallas de esperanzas y sangiles, de marianos y gallardones. Y para más inri van y lo sientan detrás de rajoy, con lo dificil que tiene que ser escaparse a fumarse un cigarrito estando tan visible…

Y tenemos, como buenos espectadores de las patrias televisiones que en la ibérica pení­nsula son a Fernando Alonso. El que dejó el Clio por el mercedes y ha vuelto de nuevo a él. Se ve que le resultaba más fácil de aparcar, porque lo que es para correr, el utilitario parece que no está.

En fin que lo dicho, Alonsos para todos los gustos y para todos los disgustos. Como dirí­a el amigo Wilde… la importancia de apellidarse Alonso…

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