La fábula del ladrillo

Lloraba el constructor apoyado en la barra. Lamentaba entre lágrimas su fortuna aciaga  y entre sollozos decí­a que aún teniendo trabajo ya no era como solí­a. El muy rufián reconocí­a que aquella misma mañana, sopena de dejar su lista de pedidos vací­a, habí­a tenido que ceder al descuento que el cliente le exigí­a.

Mirole perplejo la tabernera, y con la sonrisa en los ojos le recordó aquellos tiempos ni lejanos ni olvidados en los que no habí­a siquiera presupuestos sino precios hinchados. Y de tal modo le reconvino que, indicándole el bolsillo, le dijo que habí­a de tenerlo lleno.

Secó sus lágrimas el bandido y apuró de un trago su vaso de vino.

Moraleja: Nunca llores de pena cuando menguan tus ganancias si incapaz fuiste de llorar de alegrí­a y compartir tus ingresos cuando lloví­an a manta, ni de llorar de pena al ver los aprietos en que a los demás poní­as.

Refrán: No esperes compasión de tus reveses cuando no la tuviste de tus enveses.

1 comentario

  • Pinttu dice:

    TOTALMENTE DE ACUERDO. ES UN GRAN- Y GRAFICO- EJEMPLO. Si siembras en barbecho o, si encima nada siembras,¡ Que esperas recoger, malandrí­n!
    Pinttu.

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