ética, polí­tica y espectáculo

Tengo la creciente impresión de que la ética y la polí­tica no ya es que no vayan unidas, es que se ignoran mútuamente, y en todo caso, cuando la polí­tica hace uso o alusión a la ética lo hace no por principios éticos, sino por intereses polí­ticos.

Digo esto en tanto que la ética, al menos en alguna de sus interiorizaciones, no es algo coyuntural, sino estructural. No se pliega a estrategias, a objetivos a medio largo plazo, sino que evalua en cada momento la congruencia de lo que uno hace o dice con lo que supone su sistema de valores.

En polí­tica esto no es que no sea útil, es que a veces es pernicioso. En polí­tica es a veces necesario hacer cosas “malas”, perjudicar a indiví­duos o colectivos, engañar, no decir la verdad, actuar de forma más ágil que correcta si con ello avanzamos en la aplicación de lo que cada uno entiende como el bien común.

Posiblemente lo único ético en polí­tica sea conservar bien claro esto último, la aspiración al bien común. Es decir, actuar de forma que las actuaciones sean congruentes con un objetivo polí­tico entendido como elemento de gestión y organización social. La falta de ética en polí­tica se limitarí­a en este sentido a buscar el bien propio, el beneficio propio, ya sea como indiví­duo o como colectivo (lease partido, agrupación o lobby de presión).

Todo lo anterior puede sonar lejano, vací­o o teórico, pero va cobrando cuerpo cuando nos acercamos, por ejemplo a Mondragón, o a Bergara, o a muchos otros pequeños municipios. Y es que toda esa teorí­a viene a sustentar una previsión cumplida. Una moción basada en la ética tiene de por sí­ poca probabilidad de éxito en un foro polí­tico.

Pero en este caso a veces da la impresión de que ha fracasado, aparte de por cuestiones generales, por la falta de respeto a ese resquicio de la ética aplicada a la polí­tica a la que hací­amos referencia. Aquí­ cada uno ha ido a lo suyo como colectivo y se ha olvidado en absoluto del “bien común”, que al igual que el sentido común parece ser el menos bien de los bienes perseguibles en polí­tica.

Resulta curioso que sin embargo haya propiciado uno de los pocos escenarios de encuentro a que nos tiene acostumbrada nuestra clase polí­tica (el otro suele ser el de las retribuciones). Todos están de acuerdo en que el espectáculo que han dado es lamentable, bochornoso, penoso y de dificil encaje por la ciudadaní­a. Y en cierto modo aciertan y se equivocan, o al menos no aprenden. La ciudadaní­a, ese ente informe e indefinido, posiblemente tenga asumido lo que sus polí­ticos son capaces de hacer, y en cuestión de espectáculos lamentables etc. etc. no creo que ya nadie se sorprenda demasiado. De hecho, alcanzado este acuerdo sobre lo triste de su intervención comienza de nuevo el espectáculo a la hora de ser incapaces de ponerse de acuerdo sobre quien es el responsable del espectáculo. Y no se dan cuenta, cuando se acusan unos a otros, que todos tienen razón, que todos son culpables.

En fin, que a uno sólo le cabe pedir que, ya que por el camino han ido dejando hechas jirones tantas palabras, respeten a una que se escapa de su ámbito de actuación, la ética.

2 comentarios

  • maría magain dice:

    í‰tica y polí­tica, o ética, polí­tica y sociedad. ¿Van juntas?
    Porque todo el mundo asegura que es ético su planteamiento ideológico, pero la verdad es que es difí­cil distinguir la ética, tanto en las mayorí­as , como en las minorí­as. Parece ser que depende del punto de vista, a quién beneficia o perjudica, o del lugar donde se procede. Me gustarí­a escuchar todas las éticas dominantes, y poder entender por qué hay tantas, y si realmente se puede relativizar, o tal vez trivializar las cuestiones morales y éticas. La iglesia cree que es ética, todos los partidos tambien lo afirman, así­ como todo tipo de inclinaciones de un lado y del otro. No voy a negar que nuestro ciclo de ética y polí­tica, tuvo su origen en la lectura de este artí­culo, y a partir del 7 de octubre en el blog asovalleinclanprosperidad.blogspot.com nos sentaremos en pequeños pupitres y participaremos en sendas conferencias en la asociación, Juan Luis Ruiz-Giménez, Alfonso Ortí­, Luis Miguel Boto, Pedro Garcia Bilbao, Inés Sabanés, Benjamí­n Forcano…nos contarán las diferentes vertientes de la ética, la polí­tica y la sociedad.
    Al final un debate entre los vecinos, más allá del bien y del mal, ojalá nos lleve a buen puerto, porque desde el movimiento vecinal, frente a las ideologí­as históricas, nos movemos para que ni la ética, ni la polí­tica se conviertan en conceptos arqueológicos, y somnolientos . Veremos,

  • María Magain dice:

    Creo que muchos gestores, administradores y demás disfrazados de polí­ticos han olvidado para quién trabajan y se han adueñado del estado, porque algunos obvian simpre que pueden a los ciudadanos.

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