Sueños congruentes

En un mundo en el que quienes gustamos de estar informados tropezamos demasiado habitualmente con auténticas pesadillas, unas más ocasionales y otras más recurrentes, a veces es bonito dedicar un rato a tratar de sueños. Sueños que además de agradables resulten congruentes y hasta coherentes con otros sueños, y hasta con algunas realidades.

Vivimos de un tiempo a esta parte un a modo de resurgimiento en el que buscamos de pronto un lugar en el mundo. Y lo hacemos a veces mirando más hacia el mundo que hacia nosotros mismos. Y el caso cierto es, que tal como comentábamos ayer un amigo y yo, tenemos por ahí­ un proyecto en ciernes que además de podernos dar un sitio en el mundo nos ayuda a seguir construyendo el nuestro. Me refiero a la ciudad del motor. Vale que el mejor sitio, el más congruente, es Araka. Pero si Araka se pone imposible Araba tiene terreno suficiente y bien comunicado para hacerlo en otro emplazamiento.

Hay quien dice que es anti ecológico, anti sostenible, de pijos, y por qué no decirlo, hay gente a la que el asunto le parece poco “vasco”. Y el caso es que pocas cosas en el siglo XXI serán más vascas que el motor y todo lo que se relaciona con él.

Una ciudad del motor no es un circuito donde traer una vez al año un circo, que también, y por cierto generalemente con grandes beneficios para el circuito y todo su entorno. Una ciudad del motor es un punto vivo todo el año. Donde los conductores pueden prácticar y aprender. Donde los aficionados prácticos pueden entrenar sin riesgos. Donde los aficionados pasivos pueden ver carreras, entrenamientos y lo que sea. Donde las empresas pueden testar sus productos, los equipos sus avances, etc. etc.

Es un proyecto perfectamente integrado en nuestro entorno económico, social y cultural. La afición vasca a las competiciones de motor está fuera de toda duda. Ahí­ está la secular afición a los rallies y las pruebas de montaña, al off-road, a las motos de velocidad, y por poner un ejemplo cercano el gran éxito de público del lamentáblemente frustrado experimento bilbaino. Ahí­ están los Vilariño, Torrontegui, Prieto, y hasta el consejero delegado de Dorna, la organizadora de Moto GP tiene un nombre que resulta familiar, Carmelo Ezpeleta.

Pero es que además, en ílava tenemos instaladas dos empresas netamente implicadas en todo este asunto, Mercedes y Michelí­n. Y en ílava tenemos también un grupo innovador y a la vez modélico, Epsilon Euskadi. Y tenemos todo un sector dedicado a la i+d+i en sectores auxiliares o vinculados al motor. Sectores y empresas para las que el circuito es un valor añadido y concurrente.

Así­ pues, si tenemos el lugar, tenemos el contexto, tenemos la demanda y todo ello en consonancia con aquello de irnos haciendo un lugar en el mundo, y hasta en nuestro entorno, ¿haremos como siempre o sacaremos esto adelante entre todos?

Leave a Comment

Límite de tiempo se agote. Por favor, recargar el CAPTCHA por favor.