Todos actores, todos autores.

El viernes pasado el parlamento vasco debatió, transaccionó y aprobó una proposición en la que se pide al gobierno de españa que le dé una vuelta al tema del canon digital, que venga entre otras cosas a respetar el derecho de no cobrar de los autores que quieren compartir sin renunciar, y que sea un poco más acorde con la realidad de consumo cultural actual. La noticia es que, tal como se negoció el asunto, parte de cuyo mérito corresponde seguramente al proponente Rafa Larreina, PSE y EB, que en Madrid apoyaron el canon, votaron junto con el PP que en Madrid se posicionó en contra. (El que quiera leer más sobre el asunto tiene una buena fuente en un artí­culo publicado en cybereuskadi).

El caso es que este debate viene a sumarse a otro de caracter más ideológico. ¿Es el canon de izquierdas o de derechas? y es sobre este sobre el que me propongo apuntar algunas cosas hoy.

La derecha liberal es por principio partidaria de reducir la presión impositiva del estado. En ese sentido el canon serí­a de izquierdas. Pero también es cierto que la derecha liberal es poco partidaria de los sistemas fiscales progresivos, es decir, que prefiere cobrar lo mismo a todos, y en ese sentido el canon es de derechas.

La izquierda asume que la misión del sistema fiscal en todas sus variantes es además de sostener el entramado de prestaciones públicas, o precisamente por ello, un mecanismo de redistribución de la riqueza orientado a generar un entorno de igualdad de oportunidades. En este sentido el canon podrí­a ser de izquierdas. Y lo podrí­a ser si se cumpliesen dos premisas: que su gestión fuese pública y se orientase al desarrollo de oportunidades en el entorno de la creación artí­sitica y cultural, y que se cobrase cuando se tiene que cobrar y no de forma indiscrimanada. Porque no olvidemos que dentro del abanico de los demócratas, no de los que gustan llamárselo sino de los que realmente lo son, si en algo debe haber acuerdo es en asegurar derechos y libertades y en evitar abusos e injusticias. Es decir, un sistema garantista. En este sentido el canon si se me apura no es democrático ni congruente con lo que debe ser un estado de derecho. El canon supone en la práctica la vulneración de la presunción de inocencia y la aplicación de lo que serí­a un nuevo concepto penal: la sanción preventiva o apriorí­stica. El canon en cierto sentido vendrí­a curiosamente a legitimar el delito, en tanto que la pena se ha cumplido previamente.

Todo lo anterior, que puede parecer lejano o hasta demasiado teórico, se convierte en algo más cercano cuando, tal como reza el tí­tulo de estas lí­neas, nos damos cuenta de que todos somos actores, y todos autores, tanto a tí­tulo individual como institucional. Porque pagamos el canon para copiar nuestras propias fotos o almacenar nuestros propios datos. Porque cuando asistimos a un juicio, o presenciamos un pleno, acusados, testigos, magistrados y letrados, así­ como ediles y parlamentarios son actores de una pelí­cula que se graba en un soporte que también paga el canon, con nuestros impuestos claro. Pero nosotros no cobramos, sólo pagamos por un lado y por otro.

Pues si la izquierda tiene que ver con la equidad y la justicia, por esto y por todo lo anterior, el canon, tal como está actualmente formulado no es de izquierdas, y posiblemente no lo sea tampoco de derechas más que nada por cuestiones de amigismo y conveniencia. El canon es un injusto mecanismo, uno más, de financiación colectiva de un chiringito privado, y lo demás, con perdón de la expresión, son pajas mentales…

2 comentarios

  • javier vegas dice:

    bueno, haciendo un juego de palabras te diré que sólo hay una cosa en la que llevo muchos años siendo conservador: en ser de izquierdas. Bromas aparte, y reduciendo las cosas al mí­nimo, esto de ser de izquierdas podrí­a resumirse en, aspirar a un mundo más justo, esto es, con el mayor nivel posible de igualdad de oportunidades para acceder a la cultura, a la riqueza a todo lo que el mundo y la sociedad puede ofrecer; ser capaz de analizar la realidad desde esta perspectiva y de hacerlo sin miedos ni prejuicios ni siquiera a uno mismo; ser lo suficientemente rebelde como para intentar que todo lo anterior no sea sólo un sueño. Si además se intenta hacer todo lo anterior con alegrí­a y buen humor, pues entonces ya se es de extrema izquierda… (de la de verdad)

  • María Magain dice:

    Me interesa mucho la reflexión de qué es de derechas y qué es de izquierdas, porque a veces la lí­nea es muy fina. Y además casi siempre permitimos que otras personas hagan esta reflexión por nosotros. El progreso no siempre ha sido una propuesta de izquierdas ni los planteamientos más conservadores una opción de derechas. Tal vez habrá que ver dónde se encuentra “el privilegio” y la perspectiva histórica.

Leave a Comment

Límite de tiempo se agote. Por favor, recargar el CAPTCHA por favor.