…que con el alma no puedo. Alfonso Alonso se va, nos deja y nos abandona. Para algunos una buena noticia, para otros mala y posiblemente para la gran mayoría ni fu ni fa.
Pero siempre que alguien se va es de buena educación decirle adios, porque hasta luego ya expresa una intención, y a la gente hay que dejarle hacer lo que quiera. Tal como empezaba estas líneas, se puede decir adios con el corazón, y con el alma también. Si extrapolamos la dicotomía alma y corazón a lo racional, político, ideológico y hasta conceptual por un lado y a lo emotivo y personal por otro la distancia es aún mayor.
Con el corazón quiero suponer que prácticamente todos los que hemos conocido a Alfonso lo decimos con pena. Es un tío inteligente, brillante, un ameno conversador, una persona culta, leida e instruida, y además es divertido. Vamos que su atildado aspecto de dependiente del corte inglés o de empleado de banca, a veces hasta un poco como de época, engaña de cabo a rabo.
Contaré una anécdota. Estando un grupo de gente en un bar, ninguno ni por mucho afiliado ni siquiera afín al PP, pero varios conocidos de Alfonso, al verle pasar frente al bar salió uno del grupo a llamarle para invitarle a tomar algo. Mientras duraba la operación uno de los presentes que no le conocía personalmente juró y requetejuró que si entraba ese indivíduo se marchaba y que los demás éramos unos tales y unos cuales. Como a pesar de todo era educado, cuando entró mantuvo un prudente silencio, y como es de buenos amigos hacerse “putaditas” pues evidentemente les presentamos a ambos. Estuvieron hablando largo rato de lo divino y de lo humano, y al final casi tenemos que usar disolvente para despegarlo del ya entonces ex-alcalde cuya persona no dejó de elogiar desde entonces.
Pero claro, con el alma no puedo. Bien es cierto que no es totalmente cierta esa imagen que de él se da como hombre negado al diálogo y a la búsqueda de acuerdos. Como si embargo cierta es su brillante capacidad de rebatir y debatir, de argumentar, vamos que es difícil de convencer si está convencido. Pero tampoco lo veo incapaz, sino todo lo contrario, de conocer hasta donde puede llegar y donde tiene que parar y si este parar sirve o no sirve para algo.Â
En fin, que con el alma no puedo más que desearle todos y cada uno de los éxitos posibles en su nueva andadura y en todas las que emprenda. Eso sí, mientras no cambie él de partido o no cambie su partido, se las deseo “de todo corazón” en la muy noble y leal oposición.
Jo, despues de leer tu apunte si fuera Alfonso Alonso te nombraría mi asesor
Hoy en la televisión, en el congreso he visto a Alfonso Alonso, en la primera fila ,no muy lejos de Rajoy, está claro que hay una renovación en el partido y además una promoción del vitoriano.