Todos a la carcel…

Hoy no voy a hacer huelga, ni general ni particular. Si acaso voy a hacer huelga de Corte Inglés y no compraré nada por San Valentí­n. Haré como los niños pequeñitos, un dibujo y a correr. En realidad a veces me siento como Obelix y pienso que están locos estos “romanos”. Aunque otras la impresión que me da es que algunos nos hacen caso cuando no deben y otros nunca aunque deberí­an, y que cuanto mayor es la salida de pata de banco que se te ocurre más fácil es que te hagan caso.

Pero por nada de todo lo anterior creo que vaya a la carcel, al menos de momento.

El caso es que hace tiempo algunos, muchos, de los que aquí­ vivimos, cuando hablábamos del eterno conflicto con gente de más allá del Ebro, y hasta con algunos de este lado también, tení­amos que explicarles que, nos gustase o no, esto sólo podí­a arreglarse contando con todos. Y eso significaba hablar. Y lo contrario sólo conducí­a a un camino absurdo y sin salida. Unos tení­an que meterlos a todos en la carcel y los otros tení­an que matarlos o asustarlos como a conejos. Pero lo decí­amos para que se viese lo absurdo de la situación y el sin sentido de aplicar a un paí­s con poco más de 2 millones de votantes una solución que o acababa con cerca de doscientos mil en la carcel o con gran parte del resto en los cementerios.

Pues mira tú que no. Unos siguen empeñados en que, en la europa del siglo XXI, los aparatos del estado y los estados mismos sucumbirán e hincarán sus rodillas, temblorosa la cerviz, ante el glorioso empuje revolucionario de la vanguardia armada. Y los otros creen que encarcelándo a la gente de 14 en 14 acabarán el problema. Y se engañan los unos y los otros. Los estados, a fecha de hoy y aquí­, puede que puedan tumbarse, pero no así­. Y en relación a los otros, son en conjunto como un ejército guerrillero asentado en su propio territorio y con sus propias inercias de combate. Puede trincarse a los generales, pero quedarán coroneles, y si no capitanes, tenientes, sargentos y al final de la cadena combatientes iluminados. O les coges a todos o no tienes a ninguno.

Claro que, en esta cadena del absurdo, igual alguno está pensando aplicar aquello que se cuenta de un asesor de Bush que le dijo que tení­a la solución para acabar con Al Qaeda. ¿Cuál es esa solución? preguntó Bush entre galleta y galleta. Pues muy sencillo, vamos a gasear a 40 millones de musulmanes y a 9 dentistas. ¿9 dentistas? preguntó extrañado Bush ¿Por qué 9 dentistas? Lo ve, sonrió el asesor, eso es lo que preguntará todo el mundo.

Visto lo visto… a temblar dentistas…

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