La familia cristiana

La madrileña plaza de colón se ha llenado hoy de gente reunida en torno a un acto de exaltación de la familia cristiana. No me parecerí­a mal si no fuese porque tengo sobrados motivos para que no me parezca bien.

En primer lugar, y aunque resulte casi tópico, no acabo de entender como puede hablar tanto y tanto de la familia gente que, de por sí­ renuncia a la posibilidad de formarlas. Me refiero al clero.

En segundo lugar, me apena que tanta y tanta familia bienintencionada, más preocupada por ser familia que por ser cristiana, musulmana o tibetana se vea cuasi obligada a optar entre su fe y sus creencias y la obediencia ciega a una jerarquí­a empeñada en enfangar las aguas limpias y llevarlas todas a su molino.

en tercer lugar, porque muchos de los que acuden a estos eventos, y jalean a personajes como Rouco, representan un modelo de familia, que puede que sea muy cristiano, respeto tanto a los cristianos que no lo creo, pero que en todo caso dista mucho de ser un modelo de familia que yo recomendarí­a y tratarí­a de imitar. Porque hablamos en muchos de estos caso del reino de las apariencias, no del de los cielos. De familias en las que que está pero visto que te vean hacer algo que el hecho mismo de hacerlo. De familias que practican unas cosas y olvidan otras. Familias que se enriquecen, que no se separan porque está mal visto y sale muy caro, que se casan por la iglesia aunque sea el único dí­a que la pisan, que ven mejor la querida que el divorcio, y tantas y tantas cosas.

Yo intento ser respetuoso con las creencias de cada uno. Pero dí­as como hoy, cuando oigo a lo más carca del obispado arremeter contra cosas naturales, cuando les oigo callar sobre las palabras del obispo de tenerife, que ojalá hubiesen sido una inocentada, cuando les oigo hablar de la sociedad y la familia, del hombre y la mujer, amparados de nuevo en posiciones prevaticanistas, amparando cuestiones en exceso terrenales como la unidad de la patria española, como tantas otras cosas, me da que una de dos… o vuleven a la ortodoxia y la practican primero ellos  sus fieles, o que nos dejen al resto en paz.

Ser laico no se si es un pecado. En todo caso es una opción. Y más le valdrí­a a alguno reflexionar y darse cuenta de que más vale que muchos seamos laicos antes de que nos conviertan en ateos o directamente en anticlericales. como acostumbro a decir… El respeto es muy bonito, sobre todo si es mútuo.

2 comentarios

  • lola dice:

    esta horrriblee

  • potorzorri dice:

    Con la iglesia hemos topado… A la iglesia le interesa la polí­tica y el óbolo en demasí­a. Son unos carcas-efectivamente- y así­ llevan siendo secularmente haciendo barrabasadas y desmanes impropios de los que se dicen defensores del común y del amor al prójimo. Son unos incendiarios, amigos del poder de los milicos y de la prepotencia. Aves carroñeras que como superavaros y chupasangres que son, son capaces de todo para salvar su imperio religioso, nocivo y no recomendable ya para nadie estas actitudes de estos principes de la iglesia que ellos, si viven divinamente y se lo pasan como Dios. Si no se les ve el plumero es porque ese ciego se hace la picha un lí­o con su propio artefacto plumifero. Las mentiras de la iglesia, buen titulo para cualquier publicación que recoga sus mentiras y fechorias. MENTIROSOS Y PELIGROSOS. SER ANTICLERICAL, SI LOS ANALIZAS Y CONOCES, ES NORMAL.¡ VAYA PANDILLA DE BUCANEROS!
    Aupa Chaval.

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