Canón digital

Yo no puedo evitar cierta simpatí­a cuando pienso en canón digital. Pero es sólo el tiempo que tardo en darme cuenta de que no se habla de mi cámara de fotos, sino de una tropelí­a de rango mayor.

Tropelí­a porque supone de facto la fractura más absurda de la presunción de inocencia. Pagar por adelantado una multa porque el soporte que se compra permitirí­a hacer un delito, con independencia de que se haga o no es, se mire como se mire, un atropello. Hablando de atropellos es, y creo que ya lo dije en alguna ocasión, como si al comprar el coche tuviésemos que pagar el canón vial. Esto es, una cantidad que nos podrí­an vender que se destinarí­a a la atención de las ví­ctimas pasivas de accidentes de tráfico, aludiendo a que con independencia de que nos pillen o no, ese coche permite aparcar en coble fila, superar los lí­mites de velocidad o conducir absolutamente borracho. Y como no nos vamos a poner a investigar cobramos por adelantado y punto.

Por otra parte, es una tropelí­a porque la inmensa cantidad de dinero que con ello se genera no tiene una gestión ni pública ni trasparente. Es cuestión de fé saber si el canon de mi cd virgen en el que he quemado lo último de Melendi le va a llegar a este o a Julio Iglesias o a los Violadores del Verso. De fé o de ingenuidad, porque tengo la impresión de que a muchos no les llegará nada.

Es además una tropelí­a en la que las propias instituciones alimentan su caracter sumiso ante no ya los autores ni la defensa de la propiedad intelectual, sino ante cierta entidad con prácticas abusivas y hasta casi monopolí­sticas. Lo hacen renunciando al retorno de las cantidades que destinan las instituciones a la compra de material virgen. Lo han denunciado miembros del aparato de justicia. Obligado a pagar el canon por los CD’s o DVDs en los que graba las vistas. Deberí­an denunciarlo los gobiernos de todo nivel, que pagan con nuestros impuestos el canon por copiar música en soportes en los que guardan nuestros datos y los suyos. Deberí­an denunciarlo incluso los parlamentos y responsables económicos. Porque a no ser que junto con los presupuestos esos que tanto presumen de entregar en soporte digital pongan lo último de papito o de Sabina, o de todos esos que salen en las tribunas defendiendo lo suyo, no se yo muy bien que hacemos el resto pagándoles el canon.

En fin, que asistimos a una muestra más del caos al que nos conduce la sumisión, la falta de iniciativa crí­tica y por encima de todo, la anestesia de la capacidad de rebelión. Dicho de otra forma, que tenemos lo que nos merecemos…

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