Yo no hago demagogia…

Es fácil que a uno le acusen de hacer demagogia cuando como ayer, comenta el tema de los beneficios de la banca, o cuando como hoy, comenta el tema de la autosubida de los parlamentarios. Es fácil pero inexacto. Porque al menos en mi caso no se trata de hacer concesiones o halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, ni menos aún de tratar con ello de conseguir o mantener el poder.

Salvo que la justicia sea un sentimiento elemental, y el sentido común algo que haya de ser concedido o halagado, cuestionar el enriquecimiento usurero de la banca, la explotación que de nosotros como clientes hacen las multinacionales de la energí­a o la comunicación, o dudar de la justa retribución de ciertos cargos públicos, no es más que un legí­timo derecho de denuncia, siquiera a modo de pataleo. Es eso si, un grito antisistema, porque en esta última cuestión no hay colores ni fronteras, todos van a lo suyo, y además, y eso si que es rayar en la demagogia, lo defienden diciendo que lo hacen por nosotros.

Venga ya. Yo no voy a decir que lo hagan por ellos, porque cierto es que esos sueldos que muchos nunca tendrán fuera del cargo, tienen que repartirlos con el partido, que, a fin de cuentas es el que les ha puesto, y como suele decirse de bien nacidos es ser agradecidos. Sólo que en este caso igual iba mejor lo de por el interés te quiero Andrés o virgencita virgencita que me quede donde estoy.

En fin, que coñas aparte, el tema recurrente de la alta retribución de muchos cargos públicos, y en especial del descaro con el que se autoaplican porcentajes de subida impensables en otros sectores tiene más miga de lo que parece. E insisto, no es demagogia. Es el derecho a cuestionar el sistema de financiación de los partidos. Es el derecho a cuestionar sus mecanismos de funcionamiento interno. Es el derecho a exigir profesionalidad y entrega no solo al superior de turno, sino a los que somos sus auténticos superiores, sus votantes.

Se dice que la profesión debe estar dignificada, que nuestros representantes no pueden pasar penurias. Pero la profesión se dignifica con trabajo y capacidad, no con dinero, y de lo que se trata es de luchar por una sociedad en la que nadie pase penurias.

En el mundo privado, el sueldo va en consonancia con la responsabilidad, con las habilidades manifiestas y en definitiva con el cumplimiento de objetivos y la capacidad de superarlos. Aquí­ me temo que hablamos de otros valores, y de otros precios también.

Pero todo esto da más para un tratado que para un breve apunte. Yo ya estoy trabajando en el í­ndice…

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