Jordi, Federico, David, Miguel, …

EL Diario de Noticias de ílava viene estos dí­as recogiendo una podrí­amos llamar polémica que empieza por Jordi y de momento acaba por Miguel. De todos los implicados al único a quien no conozco es a este último. De los otros tres nada malo puedo decir como personas con las que he tratado y por que no decirlo he disfrutado de buenos momentos. Así­ que no pretendo terciar ni avivar, sólamente se trata de comentar un par de cosas.

La primera de ellas es una reflexión sobre la barrera que separa al ser humano del cargo público. Unas veces se trata de un finí­simo fielato, y otras de un abismo infranqueable. Pero no veo mal en cualquier caso distinguir y separar ambas facetas. Generalmente además, las inquinas personales nublan el juicio y empujan a errores de bulto. Por otra parte, no es descabellado, y buenas muestras de ello hay en la historia que hasta el más abominable de los criminales sea de lo más amable, cordial, inteligente y demás. Vamos, una persona de esas con la que resulta casi inevitable conversar, disfrutar, y por qué no, hasta aprender. Lo mismo cabe decir de lo contrario. Hay gente recta e intachable que no merece ni un minuto de nuestro tiempo. Lo importante en todo caso es distinguir lo uno de lo otro, respetar sin dejarse abducir y, eso si, como en muchos otros casos relativizar lo relativizable.

La segunda es una cuestión de procedimiento de esas que sin embargo es más de fondo que de forma. Hablar de la presunción de inocencia es fácil, y puede que también lo sea creer en ella. Practicarla es, sin embargo, más complicado, y hay muchas formas de quebrantarla. Especialmente si la ponemos en relación con el derecho a informar y con la capacidad de decidir qué es noticia y qué no y en caso de serlo de qué calibre lo es. Quiero decir con esto que estar encausado no es ser culpable. Cierto es que te coloca más cerca de serlo que no estando encausado. Pero la causa, o quienes en ella participan, lo que buscan, o deben buscar, es precisamente eso, determinar si se es o no culpable.

Y esto de la culpabilidad y la inocencia es como el embarazo. Se está o no se está, no se puede estar un poquito, no. Luego a ese nivel de respetar la decisión de los jueces, lo correcto es esperar antes de opinar, y en cuanto a lo de las personas y sus sonrisas, lo justo es desear a todo el mundo lo mejor, y que lo disfruten donde deban, en el despacho o en la celda, que lo mismo da. Pero no me parece justo ni necesario que la condena incluya la negación de la sonrisa. Y por terminar, y dado que nos vamos acercando a esas fechas tan entrañables como costosas, pues eso, que haya paz y buen rollo, que los jueces hagan su trabajo y que nosotros lo veamos.

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