Legutiano y la memoria

Se conmemora estos dí­as el 71 anivesario del inicio de la archicitada Batalla de Villarreal, hoy Legutiano. A tal efecto el Ayuntamiento de Legutiano anunció hace dí­as la presentación de unas jornadas al efecto. Una vez conocido el programa que se propone, yo desde luego, he encontrado algo muy alejado de lo que hubiese preparado.

Hablamos dí­a a dí­a de memoria histórica, pero este tipo de celebraciones, tienen poco de históricas y poco de memorias, en todo caso memorias de parte, y cuando uno se acuerda solo de una parte cae exactamente en el mismo error que cuando el otro se acuerda sólo de la suya.

La Batalla de Villarreal fue en efecto una sangrí­a para las fuerzas republicanas, pero tampoco salió gratis a las tropas franquistas.

Pero hablar de historia es, lejos del neoromanticismo de la épica militar aún en la derrota, analizar y tratar de explicar las razones que llevaron a tanta fosa, a tan poca victoria y a tan amarga derrota. Y desde esa perspectiva, no hay que levantar mucho la vista. La gran carga de culpa está más en casa que fuera de casa. Tropas mal equipadas y peor entrenadas, disputas y rencillas entre unos y otros intereses, deficientes servicios de información, errores tácticos, y un largo etcetera de despropósitos que la historia ilumina llevaron las cosas a donde las llevaron, a convertir la oportunidad de la victoria en una derrota bañada en sangre.

Hablar de memoria, como conjunto de vivencias humanas que nos han llegado, ya sea por escrito, ya por testimonios directos, es hablar también de una compleja realidad, de un mundo de buenos y malos en el que cierto es que habí­a buenos, cierto que habí­a malos, pero me temo que unos y otros estaban muy dispersos, y me temo también que unos y otros, como ocurre siempre en las guerras, apoyaban sus estrategias y decisiones en gente. Gente con nombres y apellidos. Gente a la que en muchas ocasiones no se daba la oportunidad de decidir donde o contra quien luchar, sino que dependí­a de su posición geográfica en un momento dado. Gente que morí­a unas veces sin saber bien por quién, otras por qué, y otras para qué.

Mi abuelo creo recordar que participó en esa batalla. Durante años lo hizo como uno de los buenos, y desde hace menos años lo hace como uno de los malos. No lo sé, pero no hay batalla si no hay dos bandos. Yo recuerdo, en el terreno este de los testimonios, las batallitas que contaba un vecino que tuve en Pobes, Ausencio, en las que relataba su vivencia en la batalla en el lado de los de mi abuelo, osea, antes bueno y ahora malo. Recuerdo como contaba que cuando llegó y le indicaron que tení­a que disparar contra un caserí­o se dio cuenta que era de sus primos, y con esa habilidad que nace en situaciones complicadas, consiguió escaquearse y pasar a ser enchufado de un oficial. Libró su conciencia de disparar contra los suyos, salvó su vida, pero colaboró a que otros hicieran lo que el evitó hacer. Y vivió para contar como muchos otros de los que no llegó a saber ni el apellido quedaron en el camino.

En fin, que a mi me parece una lástima que ocasiones como esta no se aprovechen para recuperar historia, para contarla y conocerla sin dar versiones de parte. Tanto como me apena que el paso de los años no sirva para cerrar heridas, para tender puentes entre estos hombres empujados a enfrentarse, y para trasmitirnos a todos los que gracias a dios y al año en que nacimos no vivimos aquello a tener claro lo duro, injusto e inhumano que fue. Me alegro, eso sí­, de que algunos supervivientes puedan contarlo hoy después de haberlo tenido que callar tantos años. Me alegro de que por fin puedan ser buenos. Pero me alegrarí­a más si eso no convirtiese, como personas, a buenos en malos y a malos en buenos.

2 comentarios

  • javier vegas dice:

    Kaixo mutil…

    Lo primero de todo decirte que no quiero polemizar, y que mi supuesta equidistancia es más bien un verdadero relativismo. Decirte que tengo muy claro quién se sublevó y quién no y que nadie que me conozca me ha oido nunca defender lo indefendible, lo que no supone negarme a reflexionar sobre lo que me parezca oportuno y hacerlo, evidentemente, desde la óptica de mis vivencias, mis experiencias, mis deseos y mis intuiciones.

    En cualquier caso, y por el tono de tu respuesta si que quisiera comentarte algunas cosas que me da la impresión que no he escrito bien, visto al menos cómo parece que lo has entendido.

    Lo de los buenos y los malos, por ejemplo, me da que no se me ha entendido bien. De lo que hablo precisamente es de que ser bueno o malo depende de muchos factores, y tiendo más a creer en las culpas y eximentes individuales que en las colectivas que además dependen de si un grupo de sublevados consgiue derrocar a un gobierno legí­timo, o de si después de 40 años una dictadura acaba muriendo de “muerte dulce”. Mi abuelo fue oficial en las divisiones navarras y mutilado de guerra (perdió una pierna). Lógicamente mientras vivió el dictador mi abuelo era de lso buenos, y con la misma lógica, restaurado el curso normal de la historia ahora es de los malos. Pero mi abuelo será bueno o malo por lo que hizo y dejó de hacer en el contexto y situacioens que le tocó vivir. Igual que muchos otros, es a lo que me referí­a. Pero insisto, tengo muy claro que bando fue malo (es decir sublevado, subversivo o como lo quieras llamar).

    De lo que posiblemente haya echado de menos, también lo tengo claro. Personalmente soy antimilitarista, y lo soy, porque en las guerras, hay tropa y hay responsables, y la tropa es siempre carne de cañón, mientras los responsables toman decisiones, a veces correctas a veces no, que determinan quien gana y quien pierde las batallas y el coste humano que eso representa. Al hablar de historia me referí­a a eso, a haber dedicado unas jornadas a analizar el tema con frialdad y con equidistancia histórica. Lo que no quita, ni debe quitar que se reconozca con especial cariño a quienes además de sufrir la derrota en su momento la sufrieron también muchos años después.

    Pero desde un punto de vista humano, y pasado el tiempo, sigo prefiriendo buscar puntos de encuentro entre personas al tiempo que se identifica a los responsables y se encienden las luces de la historia, que dirí­a el otro.

    Lo dicho, espero haberte explicado un poco más mi postura, que no veo tan descabellada, sino acaso mal explicada, y de todo corazón te digo que en ningún momento he pretendido ofender memorias ni negar sufrimientos. si así­ lo has entendido acepta mis disculpas y trata también de entender mis posiciones.

  • Anónimo dice:

    Javier Vegas: Te invito a que leas, con detenimiento, la placa colocada en Larragoien, Monte Albertia, en la que en ningún modo se divide en buenos y malos. Sí­mplemente se recuerda a unos, a los nuestros, a los del bando de los “malos”, como en tu escrito velada y sibilinamente recuerdas a los del otro (tu abuelo). Un texto consensuado, lí­nea a lí­nea, con historiadores independientes como los señores Aguirregabieria, Tabernilla o Salgado, que llevan años estudiando la Batalla de Villarreal. Repito, lí­nea a lí­nea. Palabra por palabra, al objeto de evitar reacciones como la tuya, en la que sin justificación argumental alguna – y desde aquí­ te reto a un debate público sobre el programa de actos de la Batalla de Vilalrreal – aseguras que está “muy alejado de lo que yo hubiera propuesto”. ¿Qué hubieras propuesto tú, que apareciesen los nombres de los enemigos de nuestros abuelos, es decir, de sus asesinos, reflejados junto a los de sus batallones, leales a la República?. Semejante ignominia no pasó en ningún momento por nuestras mentes. Si alguien quiere recordar a los franquistas y fascistas, que lo haga lí­bremente pero no junto al buen nombre de nuestros abuelos. Tardé más de dos meses en escribir de principio a fin tal placa, pues soy el autor de la misma. No se dan versiones de parte. Se escribe, en ella, lo que realmente ocurrió: 35 batallones fomados por 28.000 jóvenes voluntarios vascos lucharon contra las tropas franquistas sublevadas en contra de la legalidad de la República. Eso es historia pura. Los del otro bando, que vaya que sí­ lo hubo, ya se encargaron durante muchos años de silenciar y ningunear. Eso sí­, imponiendo un monumento unilateral, etnicista y excluyente, a todo el pueblo por encargo de Camilo Alonso Vega de infausto recuerdo, por torturador, en la Dictadura. Por eso ahora, después de 70 años, los nietos de los gudaris y milicianos que lucharon en la Batalla de Villarreal hemos querido recordarles con tan sencillo y emotivo acto. Si tu abuelo luchó en el bando sublevado es muy respetable pero no deja de ser también historia: luchó, por las razones que fueran, en uno de los dos bandos enfrentados. Efectivamente, aquello fue muy duro, injusto e inhumano. Por esas razones hemos querido que nada se olvide. Y hemos descubierto que aún quedan 177 cadáveres de combatientes que fueron trasladados al Valle de los Caí­dos, !vaya ironí­a!. A partir de ahora – y con la hija del Capitán Gras del Batallón “Azaña Bizkaia”, de Izquierda Republicana, a la cabeza – luchamos para que esos restos sean repatriados a Euskadi. La mayorí­a de ellos salieron del Cuartel de Garellano en Bilbao para nunca regresar. Mi abuelo también estuvo en la Batalla de Villarrreal. Pero a diferencia del tuyo, siempre estuvo en el bando de los “malos” (que por supuesto, eran los buenos). No pudo pasarse de bando, de los “buenos” a los malos” como tú dices. Ni nadie ha rehabilitado su memoria. Y eso fue así­ porque los “buenos” no debí­an serlo tanto. Tras perder a muchí­simos amigos del alma en combate – ó fusilados como el mejor de todos ellos, el Capitán Orueta Olabarria del Batallón de Infanteria “Araba” 14 – y ser torturado y encarcelado por los “buenos”, tuvo que vivir el resto de su vida entre humillaciones de los vencedores, o sea de los del bando de tu abuelo. Las mejores pruebas de que hemos acertado de pleno al programar los actos de homenaje y reconocmimento a los combatientes de Villarreal son escritos como el tuyo. Si lo lees varias veces, como yo he hecho antes de contestarte, se rezuma son claridad que bajo una supuesta equidistancia y en aras de la verdad de la historia, y equiparar a unos y otros, se olvida que los 1000 muertos y 3500 heridos de Villarreal – de uno delos bandos – lo fueron injustamente, pues tan sólo defendí­an a un Gobierno lagalmente constituido frente a golpistas y sublevados.

    Agur bero bat.

    Bost.
    email de contacto: larrabea@ya.com

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