Eso ya me cuadra más…

Llevaba yo unos dí­as pensando que nos habí­amos vuelto todos locos, pero no. Algunos seguimos siendo tan vagos como siempre y a otros les gusta escribir titulares espectaculares, aunque a veces no sean del todo ciertos.

Me refiero a esa noticia que llevamos dí­as oyendo de que nuestra nunca suficientemente ponderada Gasteiz iba a optar al premio a la mejor ciudad amurallada del mundo (mundial añado yo). Y hombre, Vitoria – Gasteiz como bonita, lo es, como casco medieval con pontecialidad para convertirse en uno de los más atractivos del entorno lo es, pero de ahí­ a ser la mejor ciudad amurallada, tiene uno la impresión de que más que una vitorianada parecí­a una bilbainada en toda regla. Vamos, que sin llegar a ívila, a uno le impresionan sin ri muy lejos las murallas de Laguardia, y hasta las de Iruña Veleia tienen también su aquel, eso or no hablar de Lugo, de Tarragona y hasta de la misma Morella.

Pero como a veces el estupor pesa más que la pereza, una lectura sosegada de la mancha negra esa que se extiende debajo del titular, nos devuelve a la realidad. Por lo que la Walled Town Friendship Circle  (o somo diriamos por aquí­Â la Sociedad de Amigos de las ciudades Amuralladas) va a proponer a Gasteiz para su mención trianual, es por el proyecto de recuperación de la muralla, no tanto como por esta en sí­.

Y esque si en algo está Vitoria marcando la pauta es en lo que podí­amos llamar la explotación de la ruina. Nos hemos hecho famosos en todo el mundo mostrando la torpeza de los constructores de una catedral que nunca dejó de estar quieta por fallos de diseño, de cimentación o de lo que sea. Y ahora, volveremos a la carga recuperando la muralla que nosotros mismos nos cargamos siglo a siglo. Bien está si con ello conseguimos unas cuantas cosas. Que los vitorianos creamos más en nuestra ciudad, que los foráneos se interesen por ella, y por qué no decirlo, que de todo ello surjan recursos que podamos emplear también en otras cosas menores pero tan importantes, en esas pequeñas cosas que van reconstruyendo lo que un dí­a fueron quienes poblaron estas tierras. Bueno, o al menos que surjan los suficientes ingresos como para que las zonas oscuras de la cultura gocen del necesario soporte público mientras el espectáculo continua por sus propios medios.

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