Recuerdos de un debate

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 21 de octubre de 2007 

Han pasado ya dí­as desde que tuvo lugar el primer debate sobre el estado de la ciudad de la era Lazkoz. Como tampoco pretendo ser cronista exhaustivo, sino que gusto de exprimir el teclado en busca de sensaciones más o menos difusas pero en todo caso personales, y muy a menudo sin demasiado que ver con lo que me sirve de excusa para ello, he dejado pasar el tiempo para poder concentrarme en lo accesorio.

Leí­ el reflejo en prensa del discruso del nuevo alcalde, y leí­ también las respuestas que obtuvo y de todo ello me quedo con un par de reflexiones.

Más allá del contenido de los sueños, me gusta ver como un alcalde sueña en alto. Nadie deberí­a ser alcalde si no fuese capaz de hacerlo. Soñar una ciduad, imaginarla, concebirla como un dibujo, es más que conveniente imprescindible. Y no debe acusarse a quien lo hace de visionario o despegado de la realidad. La realidad no pasa de ser en estos ámbitos, una cosntrucción parcial de nuestros sueños. Si no hay sueños, la realidad se acerca al caos, si los hay, puede en todo caso ser un mosaico inacabado, pero es en todo caso un conjunto coherente de actuaciones.

Me viene a la cabeza el Gernika de Picasso. cuando lo vi, hace ya años en su primera ubicación del Casón del Buen Retiro, en Madrid, me impresionaron más los bocetos que el cuadro. Pero los bocetos sólo tienen sentido cuando se sueña el cuadro. Son parte de él, parte importante porque entran al detalle que el conjunto ignora porque agrupa, pero a la vez no tendrí­an sentido por si mismos.

Con la ciudad pasa algo parecido. Si en su primer discurso el nuevo alcalde no hubiese soñado, serí­a algo realmente preocupante. Tendrí­amos la certeza de encontrarnos ante un funcionario, más o menos eficiente, más o menos honrado, pero nada creativo, nada visionario. Ignoro y no entro en si lo propuesto es o no razonable, es más o menos costoso, si acabará por realizarse o sucumbirá fruto de consensos, pero es un dibujo sobre el que discutir, un sueño con el que despertar, y como dirí­a el otro, si hablamos de sueños, respóndasé a un sueño con otro, contrástense los frutos de la imaginación. Los presupuestos y los electores ya nos encargaremos de hacer a unos y otros bajar a la realidad.

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