Menudos amigos

Todos los medios sin excepción se han echo eco del conflicto que enfrenta a youtube con un buen señor cuyo hijo aparece denigrado por una cuadrilla de mal nacidos en un ví­deo cuya retirada viene solicitando hace seis meses. Lo curios del asunto es que todos han usado las imágenes de youtube para ilustrar la noticia, y esto merece una reflexión.

Oí­a ayer al padre del muchacho cuando intervení­a por teléfono en un programa de televisión que pretendidamente denunciaba la injusta situación por la que estaba pasando. Mientras lo hací­a, detrás de la presentadora, pasaban una y otra vez imágenes del ví­deo. El padre comentó que no entendí­a muy bien como, ahora que habí­a conseguido que retirasen el ví­deo, lo estaban emitiendo una y otra vez en televisión. A eso se llama poner el dedo en la llaga. O eso o el mejor ejemplo de aquello de “lí­brame de mis amigos que de mis enemigos ya me ocupo yo”.

Casos como este, deberí­an provocarnos muchas preguntas. ¿ya no se pueden poner puertas al campo? ¿es incompatible la libertad de expresión con una práctica deontológica de la profesión? ¿es tan complicado saber distinguir lo que es información de lo que es puro morbo? ¿es imposible pararse a pensar en que hablamos de personas cuando informamos o emitimos imágenes de ellas? ¿es el respeto un valor caducado?

Algunas preguntas es posible que no tengan respuesta, pero casos como este, claramente nos enfrentan a una paradoja. No parece muy coherente que para informar sobre la ofensa que ha sufrido un ciudadano, repruduzcamos una y otra vez el motivo o expresión de la ofensa. Lo que hacemos así­ es magnificar la ofensa. No me vale aquello de que los ciudadanos deben conocer el hecho causante de la ofensa para juzgar por si mismos si lo es o no lo es. Eso se llama simplemente carnaza. Ni me vale tampoco aquello de que si yo no lo pongo lo pondrá otro. Pensemos al revés alguna vez. si yo no lo pongo y afeo al que lo pone, igual la siguiente no lo pone, y aún en ese caso, allá él con su conciencia si es que la tiene.

Ya por último, y no puedo dejar de pasarlo por alto, es muy curioso que, una vez más, todos los medios “convencionales” se ponen de acuerdo para cuestionar internet. Y una vez más lo hacen con la contradicción que acabamos de citar, en este caso aún más evidente, ya que todos sin excepción han emitido el ví­deo. Volviendo a tirar de refranes, aquí­ también cabrí­a aquello de las pajas, los ojos y las vigas. Cualquier análisis si ser muy meticuloso, servirí­a para cuestionar en muchos aspectos los contenidos que se distribuyen por medios convencionales. Vamos, que igual habí­a que plantearse prohibir el papel o las antenas.

En fin, que Internet podrá cambiar en lo tecnológico pero su extensión es imparable. Cuestionarlo por sistema, caracterizándolo como un espacio de pornografí­a, pederastí­a, pirateo, contenidos violentos, y ahora encima abusos sobre la intimidad y el honor no reducirá su consumo. Si acaso creará una opinión favorable que de pie a las autoridades a reducir su libertad. Y esto de la libertad tiene dos problemas. Que hay gente que abusa de ella y que hay gente que la quiere eliminar apoyándose en los anteriores.

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