El consultazo

Hoy toca hablar de lo que toca hablar. De la consulta.

Me parece bien que se consulte a la gente. Y no me refiero a que se le pregunte si le parece bien o mal lo que ya está hecho. Me refiero, como en más ocasiones he señalado, a que antes de negociar y pastelear se conozca la opinión de la ciudadaní­a sobre determinada cuestión.

Vivimos un sistema polí­tico que se basa en la “delegación universal”. Uno vota a un partido sin opción a objetar apartados de su programa, con lo que se convierte en rehen de sus lí­deres, y es contado como partidario de lo que lo es y de lo que no. Las consultas dan opción a manifestar realidades que son más complejas que las adscripciones partidarias.

No se si son legales o no. La verdad es que me preocupa poco. Pero si que tengo una cosa clara. Si no son legales, si no son constitucionales, lo que falla no es que alguien quiera hacerlas, sino las leyes y las constituciones. Al menos si unas y otras pretenden poder ser adjetivadas como democráticas.

Por otra parte, y yendo al objeto de la consulta, la situación y cruce de declaraciones que vivimos estos dí­as es delirante. Aquí­ de lo que se trata, al margen de partidos es de consultarnos a los vascos si nos creemos un colectivo capaz de tomar nuestras propias decisiones, sean las que sean, o si somos simplemente unos provincianos dispuestos a acatar lo que se nos diga desde las más altas esferas del estado. En pocas palabras, si somos o no sujeto polí­tico. Y eso no significa ser nacionalista, supone simplemente ser vasco. Vamos para que se me entienda. Que no se trata de no poder votar al PSE, se trata de que el PSE se autogobierne y no nos pase como en Navarra.

Claro, que mal vamos porque resulta chocante oir a quien se presume de vasco, que si Madrid no aprueba el que podamos hacer algo parecido a una encuesta pero sobre el total de la población y con garantí­as de veracidad el estado dispone de mecanismos legales (si uno se lee la constitución y especialmente su artí­culo 8º la cosa es más seria de lo que parece), para evitar que opinemos. Eso sí­, esta imposición se hará para defender nuestros derechos democráticos y nuestra libertad.

No sé, pero me da que como sigan por este camino no hará falta ni hacer campaña. A nadie le gusta que le llamen tonto y le digan cuando y sobre que puede opinar. A los vascos, con independencia de su adscripción partidaria, insisto, tampoco.

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