A veces es bueno plantearse la forma en que las palabras o conceptos tan amplios como los de este título se materializan en actuaciones concretas, en líneas estratégicas. En esta ocasión vamos a ocuparnos de algo tan amplio como la cultura.
La cultura debe contemplarse como la conjunción equilibrada entre la creación y el consumo. La acción política en el campo cultural debe repartirse necesariamente en ambos puntos, pues tanto uno como otro se necesitan mútuamente, y debe hacerlo de forma meticulosamente neutral, sin demasiado dirigismo.
Desde una posición de izquierdas es importante remarcar el concepto de socialización cultural. Y esto pasa, considerando la situación de partida, por incidir sobre todo en la creación de una masa crítica de consumidores culturales. Socializar la cultura no es sólo ponerla a disposición. Es hacerla atractiva y comprensible, es fomentar su uso y aprecio, y es por esa vía por la que a medio largo plazo iremos ampliando la nómina de productores de cultura, de creadores. Se trata en este punto de conseguir terminar con el concepto de élite cultural para lograr una sociedad en la que se pueda opinar, criticar y participar desde posiciones basadas en el conocimiento y el análisis, y no tanto en la cuestión del gusto o la manipulación.
Desde una posición abertzale la cuestión debería enfocarse no tanto en el concepto de cultura abertzale como en el de abertzale culto. Porque otra de las características intrínsecas del hecho cultural es su globalidad. La conservación, estudio y puesta en valor del patrimonio cultural propio debe hacerse siempre en esta perspectiva de globalidad, huyendo de localismos más o menos folclóricos.
La cultura funciona a menudo como un sistema de globos concéntricos, tanto en la difusión como en el consumo. Y es ahí donde las posiciones abertzales pueden y deben ser visualizadas.
Construir un país en la europa del siglo XXI, pasa por potenciar el conocimiento e intercambio de nuestros hechos culturales y de nuestros creadores en diferentes ámbitos de creciente extensión. Es bueno que se conozca lo que se hace en Vitoria, y que los vitorianos se conozcan entre sí. También lo es que ocurra eso a nivel de la provincia. Pero a partir de ahí, el siguiente salto, debe ser el ámbito de euskal herria, espacio cultural que con independencia de su articulación política, es precisamente en el terreno de la cultura donde su existencia es indiscutible. Y dando un paso más, como vascos y como europeos, nuestro siguiente ámbito de conocimiento e intercambio debería ser la europa occidental. Es bueno como europeistas que sepamos lo que se hace en Pau, o en Burdeos, o en Tolouse, o en Milan, Londres, Berlin, París o Dublín. Tanto como lo que se hace en Madrid, Sevilla, Barcelona o Lisboa.
Ahí es donde debe marcarse la diferencia. Una cultura abierta a Europa que contribuya a crear ciudadanos europeos, vascos, pero vascos capaces de apreciar lo propio y lo extraño, de valorar lo propio como una parte más de un conjunto, ni necesariamente mejor, ni modestamente inferior. Tan solo una tesela más del mosaico cultural europeo y mundial.
[…] Recuerdo que en su día hablaba en general de la cultura, y de su relación con los conceptos de izquierdas y abertzale. Esas reflexiones que hacía encajan con la extensión que hacía de lo dicho por Nestor, y con la batería de preguntas y sugerencias de Kortadi. […]