Las ciudades visibles (10)

La ciudad de los estudiantes y los funcionarios.

Volvió el viajero tras largos años de ausencia buscando la ciudad de los curas y los militares. Esperaba volver a ver esos paseos arbolados poblados de sotanas y casacas. Esos mocetones charlando con mujeres bajo la inquisidora mirada de frailes, monjas y otros profesionales de la fe. Esperaba oir un contí­nuo de campanas y trompetas, de dianas y retretas, de salvas y oraciones.

Pero nada de esto encontró, o al menos no como él lo esperaba. Cuarteles y seminarios eran ahora aularios y bibliotecas donde estudiantes que en nada parecí­an seminaristas al uso avanzaban sus estudios. No consiguió el viajero encontrar más uniforme por la calle que el de los municipales, ni pudo ver sotanas salvo en carnavales. Las campanas debí­an callar de noche para no molestar a los vecinos, y las únicas trompetas que ahora sonaban lo hací­an en Mendizorroza algunos dí­as del año.

Pensó el viajero que la ciudad de los estudiantes y los funcionarios era una evolución natural de aquella de curas y militares, y hasta de aquella de los aldeanos. Y esque la ciudad de estudiantes y funcionarios dura sobre todo de lunes a viernes, con lo que los jueves son sus sábados. Sorprendió al viajero que el tradicional bullicio con que los jueves viví­an los “aldeanos” por los alrededores de autobuses, la calle francia y demás, era ahora bullicio nocturno por el casco viejo, por san prudencio, dato y demás. No eran aldeanos sino bien jóvenes universitarios, o bien más maduros funcionarios.

Estos últimos llegaron en autobuses, y tomaron al asalto geriátricos inconclusos, antiguos edificios sindicales, solares vací­os y hasta cines. Al igual que los estudiantes fueron sin embargo dejando el autobus y pasando al pisito, y poblaron los jueves los bares de la tierra.

La ciudad de los estudiantes y funcionarios cambió el rancho del cuartel y la sopa boba del convento por el menú del dí­a y el pincho con bebida, pero siguió, igual que la vieja ciudad de curas y militares viviendo ajena y hasta ignorante de la otra ciudad con la que compartí­a espacio aunque no horario, la ciudad de los trabajadores.

Leave a Comment

Límite de tiempo se agote. Por favor, recargar el CAPTCHA por favor.