Hay casos en los que el orden de factores si que altera el producto, y en algunas además, lo altera en su propia esencia. Viene esto al hilo del artículo de opinión de Josu Jon, en el que viene a decir que la consulta tiene que producirse cuando todo este amarrado y, eso no lo dice pero se sobreentiende, cuando el resultado sea tal que nadie en su sano juicio pueda decir que no.
Personalmente a veces me da la impresión de que los partidos tienen una autopercepción demasiado egocéntrica de la realidad. Confían tanto en su capacidad de adivinación, gestión e interpretación de los deseos de la ciudadanía, esto es de todos y cada uno de los ciudadanos (y hasta de las ciudadanas), que se resisten a otorgarles en el proceso algo más que la posibilidad de asentir y aplaudir. Y el caso es que luego nos demuestran a todos que son prácticamente incapaces de ponerse de acuerdo más allá de lo previsible, más allá de lo sensato y siempre muy lejos de lo valiente y de lo imaginativo.
Hablamos aquí de cosas muy importantes. Cosas que se resumen en preguntas sencillas. Cosas del tipo de, antes de que negocien y pasteleen nuestro futuro, los que se sienten a la mesa tengan claro, por encima de partidos y de sus cuotas de representación en las instituciones, si a los que aquí vivimos nos parece oportuno que seamos nosotros los que decidamos nuestro presente y nuestro futuro. Eso es una consulta, lo demás son autos sacramentales que pagamos con dinero público.Â
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