Orgullo y prejuicio

No se engañe nadie pensando que ha de encontrar aquí­ lo que en absoluto verá. No se trata de que haya leido a Jane Austen, es simplemente que el tí­tulo de su archiconocida novela me viene que ni pintado para mi apunte de hoy.

Hoy es el dí­a del orgullo gay, abreviatura que en realidad se corresponde con el dí­a del orgullo gay, lésbico, transexual y bisexual. Pero en realidad a veces pienso que debiera ser más bien el diá en contra del prejuicio sexual. Porque a mi eso del orgullo no es que me de muy buen rollo, y más cuando se trata de orgullos colectivos. De hecho, no sé bien como se les ha escapado a estos colectivos solicitar a la Real Academia una modificación en la acepción orgullo que a fecha de hoy es Arrogancia, vanidad, exceso de estimación propia, que a veces es disimulable por nacer de causas nobles y virtuosas. No se yo si casa muy bien con las intenciones de los organizadores.

Pero volviendo al tema del orgullo y del prejuicio, este es uno de esos casos en los que hay que luchar contra y no a favor. Y me explico. Es nocivo y debe ser denunciado como tal que haya quien prejuzgue a gente por sus orientaciones sexuales. Contra eso hay que luchar. Cada cual debe ser juzgado por lo que hace, con independencia de lo que sea. Incluso si es heterosexual, incluso en ese caso también. Porque a fuerza de tener que compartir colectivos con cabestros, y lo digo en la acepción de burros, cabezones, energúmenos, etc, y no en la otra menos polí­ticamente aporpiada para un dí­a como hoy y un mensaje como este, a veces da la impresión de que tendremos que acabar organizando el dí­a del orgullo del heterosexual normal, y hasta incluso del heterosexual masculino normal, es decir, del de todos aquellos que creemos en una sociedad basada en el respeto mútuo, sustentada en la convivencia más que en la tolerancia.

Ya se que el término orgullo viene de una traducción directa del inglés, y que los mismos colectivos entienden que serí­a más conveniente hablar de dignidad. Pero yo es que igual voy muy adelantado, igual es que no entiendo nada o igual es que soy un retrogrado. Pero para mi ser gay o no serlo no es un motivo de orgullo, ni de verguenza tampoco. Quiero decir que es algo más normal que otra cosa, y que a veces el humo no nos deja ver el fuego, y yo, en este como en muchos otros casos, abogo, apuesto y hasta predico por lo que entiendo que es más importante, la dignidad de ser persona.

Cada cual a su manera, cada cual con sus caprichos, cada cual con sus noches y sus dí­as, cada cual con su intimidad, cada cual con sus comedias, porque de comediantes todos tenemos un poco y eso si, acostumbrándonos a ser normales a ver con normalidad lo que es normal, y a ver como no conveniente lo que no es conveniente, esté de moda o no. Quiero decir con esto, que no seré yo quien se asuste al ver una pareja de personas cogidas de la mano, del brazo, del hombro o de la cintura. No creo que a nadie deba escandalizar que dos seres humanos se despidan dándose un beso, más o menos fraternal, más o menos apasionado. De igual forma que a veces me ha tocado ver espectáculos impresentables, fuera de lugar, y tanto lo son entre unos o entre otros o entre unas y otros, o entre otras y unas o entre yo que se qué y que se yo qué.

En fin, que que mejor dí­a que hoy para, como si fuese navidad, desear a todo el mundo que viva su vida con felicidad, y que más allá de los orgullos, nunca tenga que sufrir los prejuicios, si acaso, y por sus propios errores o aciertos, que sufra o disfrute de los juicios, y más aún, que disfrute siempre de un buen juicio.

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