Sinceramente, gracias.

Un amable lector del Diario de Noticias de ílava me dedica, casi en exclusiva, toda una reflexión que le motiva la lectura de mi análisis del resultado electoral en Vitoria – Gasteiz. Por cierto, he incluido la reflexión del autor como comentario a la entrada que la provocó en la que analizaba los resultados en Gasteiz.

Yo no se si eso lo decí­a Maquiavelo, pero lo cierto es que entre las formas de adulación que conozco, una es la que mi tocayo practica. Sinceramente, gracias, me impresiona, como a casi todo el mundo ver mi nombre, y sobre todo mi apellido escrito tantas veces. Me siento adulado, aunque parezca que no es conveniente que a uno le adulen, y a pesar de que mi madre siempre me ha insistido en aquello de que lo que importa es que hablen de uno, aunque sea bien. Eso si, de ahí­ a llamarme adulador va un trecho, largo pero trecho.

Me encanta polemizar, pero también me gusta buscar los puntos de encuentro. Y curiosamente, según leo sus lí­neas tengo la impresión de que nos une más de lo que nos separa. Parece ser que coincidimos en quienes no pueden vestir sus resultados de otra forma que no tenga relación con el verbo perder. Y teniendo en cuenta que hablamos de cinco candidatos, concluyo en que coincidimos en el resultado de los tres perdedores, o perjudicados, que lo mismo da.

Pero dejando a Maquiavelo, y sin tener que esperar quinientos años para llegar a alguna conclusión siginificante, vamos a analizar las discrepancias que le amargaron el desayuno al estimado Javier Carlos.

Parece en primer lugar que molesta que ponga en el debe del candidato Martinez, que no en el haber del candidato Lazkoz, que ha sido precisamente él, Mikel, quien ha conseguido que pese a ser formalmente el lider de la oposición no lo haya parecido. Bueno, pues lo siento pero es así­, y a las pruebas me remito.

Parece en segundo lugar que una ciudad con tanta tradición naipí­stica, sea a la vez tan ignorante polí­ticamente. Quiero decir, que la gente vota lo que le da la gana. Y si no somos capaces de asumir que son mayorcitos para hacerlo, entonces igual mejor nos sentamos a hablar de la democracia y todas esas cosas. No se puede dejar caer que los mejores han perdido porque los demás se han beneficiado de que se yo que cosas y porque además eran ricos, y porque se han tropezado con no se qué. Cada uno tiene los resultados que le han dado los votos que ha conseguido, lease, el número  de personas, con nombres y apellidos que ha otorogado su confianza a cada candidatura. Aquí­ no hay briscas, ni adulaciones, ni nada por el estilo. En mi análisis sólo quise reflejar que al contrario de lo habitual en las valoraciones que los partidos hacen de sus resultados, o sea, que todos ganan, en este caso habí­a tres que no y dos que si. Si eso es adular, que venga Maquiavelo y lo diga.

Por cierto, y en cuanto a lo de resultado sorpresa referido a Belakortu, si mi amigo Javier Carlos no es adivino, profeta o visionario, coincidirá conmigo en que de todas las encuestas publicadas, y digo bien, de todas, en ninguna se recogí­a la posibilidad de que Belakortu fuese concejal. Si eso no es sorpresa, Maquiavelo va a tener mucho trabajo, porque también eso me lo tendrá que explicar.

En definitiva, lo dicho. Ser sincero y honesto y hasta realista en el análisis no es adular. Tener la gracia de conocer personalmente a los cinco candidatos y con ello la posibilidad de contar con una opinión propia sobre ellos tampoco lo es. Y en una cosa si que coincidimos, que la verdad es un ente poliédrico, vamos, que tiene muchas caras y muchos matices, tantos que a veces no caben en un artí­culo, pero hay cosas que son lo que son, sobre todo las derrotas.

 

 

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