Frikis de campaña

Diario de campaña vista con buenos ojos. Diá 7.

Las campañas hacen, a menudo, aflorar a ciertos personajes a los que en plan amplio, y sin ahondar en muchos más detalles podrí­amos llamar simplemente frikis. Que no se asuste ningún candidato o dirigente, porque no me refiero a ellos. Me refiero a personajes anónimos, aunque a final de campaña suelan acabar siendo más conocidos que los propios candidatos que se acercan y viven la campaña a pie de calle, junto a los candidatos empeñados en repartir flores, o mecheros, o bolí­grafos, o globos o lo que sea.

Se presentan a menudo como abuelos, y el primer dí­a uno cae y les da unos caramelos, y al sexto dí­a una cae, pero en la cuenta, y una de dos, o el abuelete tiene cientos de miles de nietos o lo que tiene es un morro de aupa.

Son personajes que resucitan cada campaña, que se atiborran en merendolas electorales y consiguen fungibles hasta la siguiente cita electoral. Así­ lo hacen y luego desaparecen, sin dejar rastro, sin que vuelva a vérseles por sedes ni otros actos sociales.

Algunos por lo menos son hasta cierto punto simpáticos, otros un poco cargantes y algunos se libran de lo que se merecerí­an porque dicen los asesores de imagen que no queda muy presentable en campaña liarse a tortas con un jubilado.

en el fondo la cosa tiene su lógica. Son ciudadanos que aprovechan sus quince dí­as de gloria. Los candidatos que salgan elegidos tendrán cuatro años.

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