Parejas de hecho según para qué

Esto de las parejas de hecho es, a todas luces, una realidad tan compleja y contradictoria como la sociedad en la que vivimos. Y digo esto a cuenta de un “sucedido” que me ha ocurrido esta misma mañana, bueno, en realidad le ha sucedido a mi pareja de hecho.

A la hora de renovar su tarjeta sanitaria, esa que es la plastificación del derecho a una sanidad universal y gratuita, le comunican que, como no trabaja actualmente, no pueden colocar su número de cuenta, aún a pesar de habérselo ganado a pulso trabajando, sino que en su tarjeta tiene que figurar el número de un trabajador en activo. Hasta aquí­ chocante pero lógico desde una perspectiva de empresa.

Donde viene lo paradójico, que lo mismo me pasó hace tiempo ante similar cuestión, es que, a pesar de ser pareja de hecho, si que puede estar a mi cargo a la hora de pagar. Y eso aunque al mismo tiempo se te informa de que a la hora de cobrar, es decir, si me cae una piedra y me mata esta mañana, no tendrí­a ningún derecho como pensionista ni se le reconocerí­a la condición de viudedad o cosa parecida.

Y es que en esto de las parejas de hecho hay mucha confusión y mucha tonterí­a. Porque cuando se legisla hablando de ello, se legisla para todos menos para nosotros, las parejas de hecho de verdad. Para los que pudiendo contraer matrimonio religioso, civil, municipal o militar, para los que pudiendo inscribirse en el juzgado o en una listilla municipal, las parejas de hecho decí­a, optamos por ser simplemente eso, dos personas que conviven, y que incluso crean una familia, y que comparten viviendas propiedades penurias y riquezas.

Y eso a fecha de hoy es muy fácil de demostrar, y muy sencillo de asumir. Una cosa es cambiar la legislación para que puedan casarse los homosexuales, o para oficializar uno u otro registro. Otra cosa es legislar para nosotros, los que convivimos de hecho, los sin papeles del amor, que dirí­amos poéticamente.