í‰ramos pocos y parieron las lonjas

Publicado en Diario de Noticias de ílava el 19 de Abril de 2007 

Vamos a vivir unos meses intensos. Tendremos que ir ejercitando nuestros músculos faciales para que no acabemos con agujetas de tanta expresión de asombro. Lo que vamos a oir y leer en estos dí­as, no tiene parangón con lo que hemos venido oyendo y leyendo. Y eso que los últimos meses han venido cargaditos de sorpresas, sustos y sobresaltos en general.

Ahora llega el tiempo de las promesas. Y claro, muchos de los que las emiten deben compartir con Erasmo esas últimas palabras de su Elogio a la locura: habrí­as perdido el juicio si imaginarais que, después de haber echado de mi boca semejante fárrago de palabras. me acuerdo de una sóla de las que he dicho. He aquí­ un antiguo proverbio: “Detesto al convidado con memoria”; y he aquí­ uno nuevo: “Odio al oyente que la tenga”.

Lo triste es que aún recogidas en papel, es tan fragil nuestra memoria, y hay tanta necesidad de reciclar, que salvo que alguien se dedique a la muy loable tarea de hacer un recordatorio de promesas, yo apunto la idea y haber si alguno se anima, pronto nos olvidaremos de todo esto, y ellos también, gracias a dios.

Hoy leemos el titular de que el PNV aboga por convertir en pisos las lonjas de Vitoria. Algunos nos preguntamos quién va a ocupar todas esas viviendas que estamos construyendo, y ahora vamos a meter a gente en las lonjas, curioso. Claro que, luego nos quejaremos de los pelotazos y de los grandes negocios de algunos. Porque en definitiva, las lonjas, son una especie de inmovilizado que, curiosamente suele pertenecer a los propios constructores, que lo tienen ahí­ como una reserva para convertirlo en lí­quido cuando sea necesario o conveniente.

Esas lonjas, que ahora, según las zonas tienen precios de saldo, dejarán de tenerlo cuando se puedan convertir en viviendas, y desde luego, dudo mucho que el asunto contribuya a abaratar la vivienda, salvo por lo que suponga de saturación del mercado. Las plusvalí­as, en todo caso, irán a donde siempre, ya lo veremos.

En el mismo lote se nos proponen los apartamentos con zonas comunes, para abaratar costes, se nos dice. Y tanto que abaratar. Uno supone que todo esto tendrá algún fundamento más sólido, pero así­ a primera vista uno se dice… otros que han vuelto a inventar la rueda. Yo la he conocido en Madrid y se llamaban corralas. Minúsculas viviendas que compartí­an aseos, tendederos, zonas de juego, intimidad, confidencias y hasta parejas. También he conocido las habitaciones con derecho a ducha y cocina, cosa que también sale barato e invita a compartir.

En fin, que a ver si nos centramos en no vender tanta vivienda pública y dedicarnos de una vez a alquilarlas.

 

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