Ayer estaba oyendo por la noche la crónica radiofónica sobre la situación de nuestros ríos y pantanos, cosa sobre la que escribiré con más tiempo mañana, y de repente escucho la siguiente frase:
“En estos momentos la situación es peligrosa porque están desembalsando 45 centímetros cúbicos por minuto”.
El compañero de crónica no le corrigió, y aún siendo de letras, uno se imagina al operario de la Confederación Hidrográfica del Ebro, cuchara sopera en mano, consiguiendo desembalsar tamaña cantidad de agua en un minuto, y contemplando desolado como todo este caudal invadía huertas y riberas.
Y lo triste es que no es un caso aislado. ni lo del gazapo ni lo de las inundaciones, pero insisto que de eso habalré mañana.Â
No hace mucho tiempo leíamos que el hueco donde cabía todo un archivo tenía una superficie de 80 centímetros cuadrados. Vamos, que cabía una carpeta y ni siquiera muy gorda. En otras ocasiones confundimos millones con miles, billones con millardos, watios con amperios, y metros con arrobas.
Muchos de estos gazapos quedan sin corrección, y de la misma forma que son una barbaridad para el lector, el oyente o el televidente avispado, son una evidente desinformación para el resto. Y no se trata de acertar en milésimas, sino de cuidar más lo que se dice, simplemente de pensarlo, porque no hace falta ser un experto para caer en la cuenta de estas barbaridades, y por otra parte, la profesión manda documentarse bien al periodista. Más aún cuanto más profano sea en la materia.
Decimos a menudo que parte del poder, e incluso de la misión, de los medios es crear opinión, contribuir a la educación, y en todo caso dar información veraz que permita a los receptores formar su propia opinión, y para eso, además de bien intencionado, hay que ser muy cuidadoso.
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